Gijón, Ángel CABRANES

Mañana, 13 de septiembre, se cumplirán 30 años del debut del Sporting en competición europea. Tres décadas desde la apoteósica victoria ante el Torino por 3-0 en El Molinón, con tantos de Ferrero -de córner directo- y Morán -en dos ocasiones-. Una temporada en la que el club rojiblanco se hizo con el subcampeonato de Liga bajo las órdenes de Vicente Miera y gracias al talento goleador de Quini.

El debut en Copa de la UEFA centró la expectación de los aficionados del Sporting. El sorteo en Zúrich dejó encuadrado al equipo gijonés en la primera eliminatoria con el Torino, potente equipo italiano que había finalizado segundo en el «Scudetto» la temporada anterior, tras haber sido campeón en la de 1975-76. Era el equipo que más internacionales aportaba a la selección italiana, un total de seis: Graziani, delantero estrella; los centrocampistas Zacarelli, Patricio Sala y Claudio Sala; el extremo Pulici y el defensa Mozzini. El segundo entrenador de los italianos había viajado a Gijón para espiar al Sporting en el trofeo «Costa Verde», en el que participaban cuatro equipos. El conjunto de Vicente Miera comenzó con un empate a dos ante el Racing de Santander, al que eliminó por penaltis, ganando en la final al Austria de Viena. La goleada en el debut liguero ante el Atlético de Madrid por 4-1, con tantos de Rezza Ferrero y Quini -en dos ocasiones- provocó que el espía transalpino volviera a Turín con gesto preocupado para pasar los informes a Luigi Radice, entrenador del Torino. Se cuenta que, preguntado por los periodistas gijoneses acerca de su impresión sobre el Sporting, ya no era tan optimista como al principio y comenzó a hablar de las numerosas lesiones que arrastraba su equipo. Una sensación que fue el augurio de la debacle italiana.

Los rojiblancos no se amilanaron ante su estreno en una cita europea. Castro, Redondo, Joaquín, Rezza, Cundi, Ciriaco, David, Uría, Morán, Quini y Ferrero fueron de la partida aquel 13 de septiembre en la que El Molinón no registró un lleno absoluto a causa de los altos precios de las entradas (900 pesetas). Aun así, el Sporting no tardó en caldear el ambiente. A los cuatro minutos de juego, el cuadro de Vicente Miera tomó ventaja merced a un gol de córner directo de Enzo Ferrero, que provocó el delirio de los presentes. Poco más tarde, a los diez, el argentino volvió a erigirse como protagonista de la jugada ofensiva que motivó el segundo tanto. Ferrero realizó una jugada individual en la que se deshizo de cuantos contrarios le salieron al paso, para ceder a Morán, que empujó a las mallas transalpinas. Un comienzo inmejorable. El «toro de Radice», como se conocía al conjunto italiano, no respondía a las embestidas de los discípulos de Miera, que fueron muy superiores.

Hasta la reanudación no llegó el tercero. De nuevo Morán puso la puntilla al bloque italiano tras aprovechar un pase en profundidad y batir desde fuera del área al portero italiano de disparo con la zurda. La afición no daba crédito a la hazaña lograda por sus jugadores y estalló de júbilo ante la goleada sportinguista a un todopoderoso de Europa. En la vuelta, los rojiblancos aguantaron estoicamente el ambiente intimidatorio que les habían preparado los aficionados del Torino y sacaron la eliminatoria adelante. Ni las bengalas ni los gritos privaron de la clasificación, pese a la derrota por 1-0. En segunda ronda no habría tanta suerte con el Estrella Roja de Belgrado.

El gran rendimiento en esta fase de los jugadores rojiblancos motivó la preselección de siete futbolistas para el combinado nacional, dirigido por el mítico Kubala: Uría, Morán, Joaquín, Quini, Maceda, David y Cundi.

Enrique Morán Blanco cumplirá el próximo 15 de octubre 55 años, pero recuerda el partido ante el Torino como si fuera ayer. Dos goles suyos ayudaron al Sporting a lograr una épica victoria ante los italianos.

«Fue un partido extraordinario. El Torino era un rival potente, uno de los equipos más importantes de Italia, y les dimos un repaso. La afición se volvió loca, porque comenzamos el Campeonato realizando un gran fútbol. Creo que por eso a los jugadores de aquella época nos recuerdan en Gijón con tanto cariño, no sólo por los resultados, sino también por el nivel de juego», explica Morán, que ahora reside en Madrid. En su memoria permanecen grabados los dos goles. «El primero me lo sirvió en bandeja Ferrero, pero el que más me gustó fue el segundo. Me fui por velocidad de la defensa italiana y aproveché un envío largo, para desde fuera del área cruzarla con la zurda y completar la goleada», relata el ex rojiblanco.