Mónaco, N. L.

Alberto Contador, único español ganador del Tour, el Giro y la Vuelta, deberá ganarse los galones de líder indiscutible del Astaná en la primera semana de carrera, con plazo hasta la llegada en alto en Andorra, en la séptima etapa. Así despejará las dudas sembradas tras las declaraciones de su compañero el estadounidense Lance Armstrong, quien ha asegurado que la jefatura la debe designar la propia carretera.

La cohabitación Contador-Armstrong en la casa del Astaná es, junto al asunto perenne del dopaje, el tema de conversación en el Principado de Mónaco, donde ayer se procedía a la presentación oficial de los diecinueve equipos que mañana tomarán la salida en la 96.ª edición del Tour de Francia.

Contador, 11 años más joven que Armstrong (26 por 37), ganador de las tres últimas «grandes» en las que ha participado, con victorias esta temporada en la Vuelta al País Vasco y tercero en la reciente Dauphiné con la ley del mínimo esfuerzo, no tiene garantizada la confianza en el Astaná, pese a que ayer su director, Johan Bruyneel, le otorgaba el número 21 por el 22 de Armstrong. Bruyneel ha dado el 21 a Contador, sí, pero también le ha negado al asturiano Benjamín Noval; su amigo, su confidente, su escudero de confianza. Una de cal, otra de arena...

El debate no es nuevo. Nació en septiembre del pasado año, cuando en plena Vuelta, con Contador de líder, saltó la noticia del regreso de Armstrong. Diez meses después la duda se mantiene, luego existe.

«La carrera debe decidir, no la edad», defiende Armstrong, pero la evidencia juega a favor del madrileño. Sus condiciones y su palmarés reciente despejan el pronóstico a su favor ante un corredor de calidad innata que ha estado más de tres años sin competir y de ausencia en la «Grande boucle» y que no ha obtenido en la presente temporada ningún resultado de brillo. Fue duodécimo en el Giro tras recuperarse milagrosamente de una fractura de clavícula. Una demostración, no obstante, de superación.

De momento se han juntado los dos ciclistas más mediáticos del pelotón mundial. Contador representa la realidad, el presente; Armstrong, el pasado arrasador, el mito, el reclamo mundial en un deporte que se aprovecha de la presencia del texano para desviar el asunto del dopaje, aunque en Francia el americano siempre está emparentado con las dudas al respecto.

Bruyneel no es el único que juega a dos bazas. Y es que dentro del equipo nadie quiere mostrar sus cartas, posicionarse sobre quién debe ser el líder. El estadounidense Leipheimer y el alemán Kloden también apelan a la «ley de la carretera». Contador deberá ganar primero en casa para ganar en París.