Fernando Alonso no tenía dudas y para confirmarlo no había más que buscar en el reglamento y llegar hasta el artículo 40.13. Dice claramente que en una carrera que termina bajo el dominio del coche de seguridad, éste se retirará al pit lane antes de pasar por meta y que los coches no podrán adelantar hasta pasar bajo la bandera a cuadros. Por eso cuesta entender que los comisarios se demoraran tres horas, hasta casi las siete de la tarde, para anunciar que castigaban al alemán Michael Schumacher con veinte segundos por su adelantamiento a Alonso a poco más de cien metros de la meta. Así recuperaba Alonso el sexto puesto por el que tanto había luchado durante una carrera agónica y que el «Káiser» le quiso arrebatar cuando rodaban en procesión. Fue en la Rascasse, en el mismo sito donde el alemán detuvo su Ferrari en 2006 para evitar la pole del asturiano. También entonces lo castigaron.

Ahora es Fernando Alonso el que lleva el mando en Ferrari. Estaba contento el asturiano al acabar el Gran Premio, porque otra vez había salido ileso de una situación más que comprometida. Como en China, como en Malasia, como en Australia… «Me voy con buen sabor de boca y no estoy preocupado, sé que le van a sancionar porque la norma es muy clara. Yo mismo vi que Hamilton iba muy lento. Le quise adelantar, pero el equipo me dijo que mantuviese la posición», indica.

Llegó incluso a filtrarse desde la Scuderia que Charlie Whiting, el director de carrera, había advertido claramente a los equipos de la situación, de que no habría más adelantamientos. Fuera así o no, Schumacher adelantó cuando no debía. El castigo oficial fue un «drive thorough» -paso por la calle de boxes- que no cumplió por estar ya la carrera finalizada, así que se transformó en 20 segundos de penalización, con lo que el alemán cayó hasta el decimosegundo puesto, fuera de la zona de puntos.

Mercedes, en todo caso, ha reclamado a la Federación Internacional (FIA) que convoque el tribunal de apelación para que analice la sanción a Schumacher.

Y Alonso mantuvo el lugar por el que tanto peleó. «Teníamos dos objetivos que cumplir. El primero era pasar en la pista a los seis coches lentos; y el segundo, ganar todas las posiciones que pudiéramos cuando los demás entrasen a su cambio de neumáticos. Salió muy bien, pero perdí mucho tiempo con Di Grassi, que debía pensar que estaba jugándose el Mundial. De no ser por ello podría haber acabado por delante de Hamilton».

Ferrari mandó a su piloto al garaje en la primera vuelta, aprovechando el primer coche de seguridad, y le puso por delante el reto de 77 vueltas con los mismos neumáticos. «Fue una estrategia genial. El equipo estuvo de diez, porque también hicieron un coche desde cero. El chasis nuevo no tenía ni cables y lo prepararon muy bueno y fiable».

A bordo del Ferrari, el asturiano hizo una carrera de manual. El sábado, después de fallar en los libres y romper el chasis del F10, hubo quien quiso achacarle un exceso de presión. «Esto no es una respuesta para nadie. Lo dejo todo para noviembre, cuando se verá si hemos ganado el Mundial. Tenemos mucha ilusión por conseguirlo y si no lo hacemos será porque hay alguien más fuerte que nosotros, pero no porque no lo hayamos dado todo», comentó.

La remontada de ayer en Mónaco, 18 puestos en 28 vueltas para enmarcar, le deja sólo a tres puntos de los líderes Webber y Vettel, por fin en la cabeza del campeonato con los dos Red Bull. «Es una demostración de que vamos a por el campeonato», dijo el piloto. «Será la mayor remontada del año, porque veo muy difícil que nadie puede llegar desde la última posición hasta el sexto», remató un Alonso más que entregado al trabajo que había hecho el equipo. «Lo peor para todos fue no poder participar el sábado en la clasificación. Pero no podíamos hacer nada. Era como intentar recoger la leche cuando se te cae al suelo, pero al final hemos conseguido sacar adelante un domingo muy complicado, aunque ahora vamos a Turquía y creo que otra vez los dos Red Bull van a estar mejor que el resto».