Lagos de Covadonga, J. E. CIMA

Carlos Barredo tiene muchos motivos para considerar la de ayer en los Lagos como «la victoria más soñada». El gesto al cruzar la meta era para su padre, que se ha recuperado de una grave enfermedad y que recibió con emoción la dedicatoria de un triunfo lleno de recuerdos y referencias a la trayectoria del corredor asturiano. Carlos Barredo nació el 5 de junio de 1981 en Taranes (Ponga), donde vivió con sus padres, Juan Carlos y Raquel, hasta que se desplazaron a Gijón cuando su hijo tenía nueve años. Jugaba al fútbol, pero un día en casa se rompió una mesa de cristal y le hizo un profundo corte en el dedo pulgar de un pie. Eso le hizo estar un gran tiempo sin tocar el balón y fue entonces cuando le compraron una bicicleta de montaña. Pero Carlos quería una de carretera, como las de sus amigos, y su padre le lanzó el reto. Si subía a Los Lagos en bici, se la compraría. En uno de los viajes de la familia a casa de los abuelos en El Picu, en Sevares, Barredo cumplió cubriendo los 40 kilómetros hasta la cumbre. Estaba a punto de cumplir catorce años y su padre le compró la bici de carretera. El resto es su acceso a la escuela ciclista gijonesa del Estel Las Mestas, donde había dejado huella Chechu Rubiera, y el recorrido por el profesionalismo hasta ayer.

Por eso el triunfo en Los Lagos tiene un sabor «muy especial, porque aquí empecé a pensar en ser ciclista». Pero hay otras razones. El 17 de mayo de 2008, su padre, Juan Carlos, trabajaba en el chalet del ciclista en Taraña (Siero), cuando se supo enfermo. Se fue a Gijón y el doctor le mandó urgentemente al hospital. Se le estaba rompiendo la arteria aorta y los cirujanos tuvieron que actuar a vida o muerte. Carlos Barredo y su familia lo pasaron muy mal y el ciclista estuvo descentrado muchos meses. Por eso el ciclista gijonés, al cruzar la meta de, hizo con la mano una señal como de abrir un cremallera desde el cuello hasta el bajo vientre, la cicatriz que tiene su padre en el pecho.

Juan Carlos Barredo, que estaba ayer en los Lagos junto a su esposa Raquel, reconoció que «me puse muy nervioso al ver su triunfo. Las piernas me temblaban mucho y el corazón se me puso a mil por hora. La verdad es que lo pasé mal en un primer momento, y eso que no vi la imagen en directo. Las veré luego, cuando esté más tranquilo. Carlos necesitaba este triunfo porque ya lo había luchado mucho en el Tour y en lo que llevamos de Vuelta. Y encima ganar en Los Lagos es lo máximo, porque mis padres y yo somos de la zona».