Oviedo, J. E. CIMA

«Es un honor recibir este premio, que poseen campeones del mundo y medallistas olímpicos, algo que nunca alcancé. También lo tienen personalidades de la ciencia y de otras facetas de la actividad cultural. No sé si podré estar a esa altura. Espero hacerme merecedor de él».

El ya ex ciclista Chechu Rubiera recibía ayer el galardón de «Asturiano del mes» de diciembre que otorga LA NUEVA ESPAÑA, que premia así la trayectoria de un deportista ejemplar, homenajeado por el Ayuntamiento de Gijón y nuevo responsable de la formación de los más jóvenes corredores de Asturias. Arropado por su familia más cercana; su esposa, Laura Pozuelo, su hijo, Noah; sus padres, José Luis y Loli; su hermana Ana, jefa de sección de LA NUEVA ESPAÑA; su cuñado Vicente Fernández; sus tíos Lucy y Alfredo Vigil, y Amaya García, viuda del ex ciclista profesional Manuel Antonio García, «Manzanillo», que fue como su padre en el ciclismo y quien lo ayudó a dar el salto a profesionales con el equipo Artiach en 1995.

Ángeles Rivero, directora de la LA NUEVA ESPAÑA, junto con Melchor Fernández Díaz, consejero de Editorial Prensa Asturiana, entregaron al ex corredor una primera página del diario dedicada a él y con comentarios de los ciclistas Samuel Sánchez y Carlos Barredo, y de Daniel Gutiérrez Granda, ex director general del Deportes del Principado. También recibió una caricatura que refleja su inconfundible sonrisa, y la tradicional estela realizada por José María Legazpi.

Melchor Fernández Díaz elogió la figura de Chechu Rubiera: «Ha sido un corredor extraordinario, subordinado a realizar una gran labor para el campeón Lance Armstrong, pero lo que sobre todo agrada es que es una extraordinaria persona. Sin haber ganado muchas etapas, los asturianos se sintieron muy orgullosos de tu trabajo dando la cara para Armstrong».

El deportista respondió al elogio: «Hice siempre lo que me gustó, que es andar en bicicleta, algo que seguiré haciendo. También ayudo desde la posición de seleccionador asturiano de juveniles, y lo hago con escuelas de ciclismo y con equipos». El de Baldornón también reconoció que está pendiente de una oferta que le ha hecho una empresa asturiana que tiene previsto diseñar una bicicleta de montaña.

Chechu Rubiera contó muchas anécdotas de sus dieciséis temporadas de profesional, en las que ayudó a Lance Armstrong a conseguir cinco de los siete triunfos en el Tour de Francia que conquistó el texano. «En aquella época no había la preocupación por el clembuterol, pero Lance estaba obsesionado con que le podían echar algo en la comida durante el Tour de Francia. Así, un masajista se encargaba de ir a la cocina para coger la comida que preparaba un cocinero particular y la llevaba en mano hasta entregársela al norteamericano», asegura.

Loli Vigil, que se emocionó durante el acto, comentó que no era capaz de ver las carreras de su hijo porque «no podía soportar verle sufrir tanto». Mientras que a su padre, José Luis Rubiera, que asistió a muchas etapas del Giro de Italia, no se le olvida el Izoard. «Un día salimos de Génova y empezamos a subir el temible Izoard, que nunca se acababa. Hasta lloré pensando que mi hijo debía hacer tanto esfuerzo por aquellas rampas, donde al final no había ni vegetación. Los esperamos en unas curvas y me tocó recoger a muchos ciclistas que se cayeron allí. Fue muy duro. También viví bonitas experiencias, como verle ganar en algunas etapas».

Chechu Rubiera aún sigue impresionado por la calidad de ciclista de Armstrong: «Era un portento físico. Nunca conocí a un deportista así, con tales condiciones físicas. En una semana de gimnasio cogía la forma».

Otra de las anécdotas que Rubiera recordó en el transcurso del almuerzo celebrado en las instalaciones del periódico fue cuando en el transcurso de un Tour de Francia el director del equipo, Johan Bruynel, hizo un aparte con Hincapie y el propio Chechu para pedirles que no se separaran del texano en toda la etapa. Se había recibido una amenaza anónima de que alguien iba a tirar al suelo a Armstrong para que no ganara una nueva edición de la carrera. No pasó nada.