Aeropuerto de Asturias,

J. E. CIMA

Carlos Barredo (Gijón, 1981) llegaba molesto porque no logró su objetivo de ganar una etapa. El ciclista del Rabobank manifestaba, tras aterrizar en el aeropuerto de Asturias, que «fue un Tour de Francia extraño. En principio íbamos con la idea de que ayudar al líder, Gesink, pero la caída le dejó destrozada la espalda. También quedó afectado mi amigo Gárate, que se tuvo que marchar para casa. Luego, tuvimos que cambiar el chip y cambiar los objetivos que se salvaron con la victoria de Luis León Sánchez».

El gijonés reconoce que se desesperaba porque «hubo ocho días de estar las dos primeras horas de las etapas saltando a todos los cortes y cuando nos parábamos, salía la que llegaba a meta, justamente la de ciclistas que no tenían tantas fuerzas. Lo peor es que nunca tuve mejores sensaciones que en este Tour y no lo pude aprovechar. Ojalá tenga ahora suerte para volver a ganar en la Clásica de San Sebastián como hace dos años. Sería una buena recompensa. Luego haré también la Vuelta a España».

En cuanto a Samuel, el gijonés dice que «iba como una moto. Se lo merecía porque llevaba años rozando el triunfo de etapa y encima logró el podio de la montaña. Estuvo impresionante».

Mientras que las críticas las dirige hacia Voeckler. Barredo considera que el galo es «un corredor distinto a los demás. En Alpe d'Huez, cuando íbamos juntos, empezó a escupir al público y discutir con un cámara de televisión. Y luego, en París, toda la afición le aplaudía a rabiar. Es un ciclista especial este Voeckler».