Sin margen de error y apelando a la épica. El vestuario azul ha gastado todas las promesas a lo largo de la temporada y sólo una reacción heroica le hará meterse entre los cuatro primeros y clasificarse para el «play-off», el objetivo mínimo exigido a este equipo al comienzo de campaña. Los datos no engañan. Al Oviedo le quedan cuatro partidos para recortar cuatro puntos al Tenerife, próximo rival fuera de casa. Sin embargo, las sensaciones no parecen las mejores tras el último varapalo.

En el entrenamiento posterior a una de las derrotas más dolorosas de la temporada reinaron las caras largas y el silencio. Esta vez no hubo reunión de pesos pesados, ni sesión de vídeo adelantada, ni consignas en torno a un objetivo. Los jugadores se ejercitaron sobre el césped de El Requexón en la habitual sesión de recuperación y se fueron a sus casas con la decepción en el rostro.

A algunos jugadores con responsabilidad extra -los capitanes, por ejemplo- les tocó pasar por la zona de prensa para tratar de explicar lo ocurrido en La Coruña. Negredo fue uno de ellos y no puso paños calientes a la situación azul. «Algo hay que cambiar porque no estamos sabiendo competir en los momentos claves», expresó uno de los capitanes azules insinuando por primera vez en la temporada que el equipo debe mutar si quiere aspirar a algo importante. «No estamos siendo regulares, fundamentalmente lejos del Tartiere y no somos capaces de competir ante los rivales de abajo», citó en el capítulo de errores.

Pelayo fue otro de los jugadores que dio la cara. Formado desde edad temprana en El Requexón, el asturiano conoce todos los entresijos del club. Por eso no debió sorprenderle la despedida del sintético de Elviña. Lejos de las calurosas ovaciones que los azules se llevaron en Valdebebas o Lugo, por poner dos ejemplos de renombre, la reacción de la gente fue más dirigida a reprochar a los jugadores la imagen mostrada sobre el terreno de juego. «Desde el momento en que perdimos sabía que iba a ser una semana muy difícil», reconocía Pelayo después del entrenamiento; «la gente está ilusionada con la fase de ascenso y ahora las opciones se han reducido mucho. Hasta ahora dependíamos de nosotros, pero ahora hay que esperar un pinchazo del Tenerife y ganar nuestros partidos, que serán complicados».

El calendario es exigente con el Oviedo. Además de Real Madrid Castilla y Tenerife, los azules se enfrentarán a Rayo Vallecano B y San Sebastián de los Reyes antes de que finalice la temporada. Siguiendo el manual de Pacheta a rajatabla, el vestuario sólo piensa en el próximo partido (que dirigirá el navarro Berjano Ariztegui, de tan sólo 25 años), quizás el de más dificultad. El Castilla llega al Tartiere dispuesto a cerrar su primera posición de forma matemática. El rival también motiva a los de Toril después del resultado del partido de la primera vuelta (1-3 para el Oviedo).

«No podemos bajar los brazos. Desde el próximo entrenamiento -mañana a las 17.00 horas- debemos pensar en el Castilla. Estamos dolidos pero hay que cambiar el ánimo y pelear con la cabeza alta hasta el final para demostrar a la gente que moriremos luchando», comentó Pelayo. «El margen de error se ha acabado definitivamente. Si no somos capaces de sacar adelante nuestros partidos no podemos mirar al Tenerife. Hay que seguir con vida después de este domingo y eso es lo que vamos a intentar», reconoció Negredo. La única duda que queda por constatar es la reacción de los socios, obligados a pagar 12 euros en taquilla en el bautizado por el consejo «día de ayuda al club».