Valliniello, J. I. CASTAÑÓN

Volver al cross de Navidad, que ya ha perdido el apellido «nacional», que lo hacía único en Asturias, es como volver a esas reuniones en las que se echa en falta a los que ya no están, y su lugar lo ocupan otros tanto o más entusiastas que los de antes pero distintos, al fin y al cabo. A los espectadores de cierta edad que acuden a la prueba avilesina no hay duda de que los invade muchas veces la nostalgia por el indudable peso específico que tenía el viejo cross junto al Suárez Puerta, mientras a otros les despierta la esperanza de tiempos mejores que vendrán a cargo de las nuevas generaciones que se calzan los clavos en Avilés. Una esperanza que simbolizan nombres como el de Aitor Fernández de la Coba (Playas de Castellón), plata europea sub-23 de cross, que fue el vencedor de la 72.ª edición de la prueba, o Patricia Cueto (Universidad), internacional junior, que hizo lo propio en féminas; si bien para la de Lugones el cross no es más que un medio que la conduce a un fin que es no es otro que mejorar sus prestaciones en el tartán.

Si llegados a una cierta edad los deportistas van a menos, el cross de Navidad, pese a los cuidados de la Atlética Avilesina, que lo ha sacado de la UCI, aún sigue en estado grave, un estado que se acentúa por la falta de «medicinas» públicas y privadas de la que era la segunda carrera más antigua de cross de cuantas se disputan en España.

Pero sigue vivo, y mientras hay vida hay esperanza, como la que transmite para el atletismo asturiano Aitor Fernández, que hizo buenos los pronósticos con su incontestable triunfo. Una victoria, todo hay que decirlo, muy poco vistosa para el público asistente, y es que la emoción de la carrera se terminó ya en los primeros compases cuando un fuerte tirón del pupilo de Carlos Alonso consiguió el objetivo de despegar a su único rival, Marcos Peón (Universidad), a una distancia superior a los 10 segundos.

A partir de ahí Aitor realizaba una crono en solitario, y Peón se limitaba a intentar seguir su rueda, aunque de lejos, ídem de ídem sucedía con el tercer corredor en liza, otro local como Eduardo González de Andrea (Oriente), que perseguía, a su vez, al gijonés, pero también a una notable distancia.

Tras ellos, Espiñeira, Calvo, Ibáñez, Martín Álvarez, Hernández y Dioni Martínez luchaban por los puestos cabeceros, pero muy lejos en metros de las plazas de podio.

Ya en meta, Aitor declaraba su felicidad por hacerse con la victoria en casa, que siempre es «muy prestosa», y se fijaba como objetivo a corto plazo luchar de nuevo por una medalla en el Nacional en pista cubierta de 3.000 metros.

La prueba femenina deparó en el retomado circuito de Los Carbayedos una dosis de incertidumbre y, todo hay que decirlo, por una vulgar confusión. El preparador de Aitor Fernández, Carlos Alonso, que ejercía de locutor, anunció a través de megafonía por error que se estaba en la última vuelta y que un fuerte ataque a 400 metros de la leonesa Lara Arias parecía definitivo.

Arias encabezaba entonces la prueba ante Patricia Cueto y Esther Álvarez, y las atletas tanto dudaron con las palabras del «speaker» que persiguieron con saña a la leonesa para llevarse la victoria al sprint, cuando lo cierto es que les quedaba una vuelta más; es decir, otros 1.300 metros.

La que mejor salió de la situación fue Patricia, que supo administrar sus menguadas fuerzas para lograr su segunda victoria consecutiva en el circuito asturiano tras su triunfo en su Lugones natal. Arias era segunda, Esther Álvarez volvía otra vez al podio y cuarta era una atleta que está yendo a más como Isabel Maujo.