El ovetense Óscar Pérez tuvo una ocasión clamorosa que pudo cambiar el rumbo del partido en la primera jugada. Con todo a favor, mando fuera un remate sencillo. Y con el desapareció el Racing, que no volvió a dar noticias hasta el gol del empate. Tampoco es que el Sporting hiciera gran cosa, pero sí que tenía el partido más que controlado. Los rojiblancos se adelantaron gracias al brazo largo de Luis Hernández, a la ingenuidad de la defensa cántabra que dejó botar el balón en el área y al oportunismo de David Rodríguez.

El equipo estaba cómodo y el partido se jugaba en el campo visitante. Santi Jara fue ganando protagonismo ante la sorpresa de una afición que ya no recordaba cómo juegan los extremos auténticos. Trejo también mostraba su clase, por ejemplo en los pases que le filtró a Guerrero al primer toque. No fue el día del delantero toledano, cuya retirada del campo marcó el comienzo del fin.

Si algo le faltó a los rojiblancos en el primer tiempo, fue instinto asesino. Ocasiones meridianas se iban al limbo por un déficit de decisión en los atacantes. Nadie tiraba, siempre se buscaba un pase más, hasta que la jugaba se iba embarullando.

Y así siguió el partido tras el descanso. El Racing ganó un poco de mordiente con el doble cambio de Gay, pero la ocasión más clara la tuvo el Sporting. Trejo metió un centro desde la derecha que despejó mal Bocanegra y Santi Jara cazó el rechace. El almanseño recortó y armó la derecha para soltar un latigazo que se estampó el poste. A los jugadores del Sporting, el cuerpo les pedía marcha. Fue entonces cuando su entrenador les cortó el rollo.

Sandoval retiró a Guerrero en el minuto 65 para dar entrada a Mandi y dejó al Sporting sin delantero centro. El resultado es que los rojiblancos no tuvieron ni una ocasión de gol más. El técnico fue un paso más allá. Sandoval preparó un segundo cambio que Quini intentó parar atendiendo aquella vieja ley del fútbol que prohibe taxativamente hacer un cambio antes de un córner o una falta en contra. Sandoval mandó entrar a Bilic para tapar la corta y todos los jugadores tuvieron que recolocarse. Bocanegra cabeceó solo y Quini, en claro fuera de juego, ganó la posición y desvió la trayectoria del balón. La tormenta ya se había desatado, pero el temporal arreció cuando Mandi perdió un balón absurdo en la salida y Koné se plantó solo ante Cuéllar para consumar la derrota.

Ante lo visto ayer, ya no valen excusas, ya no hay más lecturas posibles. El Sporting perdió en casa ante un colista que hizo muy poco por ganar, desorientado por las decisiones de su entrenador. El Sporting va para atrás, los resultados empeoran cada día y la imagen del equipo se deteriora. La fractura social ya es evidente y el malestar crece dentro del vestuario. La permanencia debe ser el primer objetivo.