El Real Avilés anticipó el domingo las próximas fiestas del Antroxu y no tuvo mejor ocureencia que ponerse el disfraz de queso «gruyère» para recibir en el Suárez Puerta al filial del filial del Real Madrid: blando en ataque y lleno de agujeros en defensa. Así que cayeron cuatro goles como podían sido media docena. No estuvo el equipo fino, para qué darle más vueltas. El problema es que este plantel de jugadores que había demostrado una solidez rocosa en la primera vuelta de la Liga lleva varias jornadas evidenciando que está fuera de punto; hay días como el del Zamora en que consigue salir del trance a base de arreones, pero ese truco está más visto que la cabecera del Telediario. Ya lo decía el fotógrafo de LA NUEVA ESPAÑA, Ricardo Solís, cuando llegó del campo recién hechas las fotos del partido: «Uf, este Avilés ya no es el que era; los del Real Madrid C hasta parecían buenos a su lado». Y conste que Solís es un fiera haciendo fotos, pero futbolísticamente hablando tiene tanto criterio como Paquirrín hablando de astrofísica. Si hasta él diagnostica con tanto acierto...