El pique a través de las redes sociales siempre tiene más eco. Valga el ejemplo de los NBA Kris Humphries y J. R. Smith, tras un Nets-Knicks subido de tono. «¡El Garden estaba muy callado cuando nos íbamos!», escribió Humphries en su cuenta de Twitter tras la victoria visitante. Smith no tardó en responderle, también a través de Twitter: «¡No estaba en silencio cuando Kanye West actuó el mes pasado!». Hacía pocos días que el rapero Kanye West había empezado a salir con la modelo Kim Kardashian. Curiosamente, la ex novia de Humphries. Al alero de los Nets se le terminaron las ganas de usar las redes sociales por algún tiempo.

La relación de los deportistas con las redes sociales nunca ha sido sencilla. El último ejemplo se ha visto con la salida de Jairo Cárcaba del Real Oviedo. Futbolista del filial azul, el joven ha pedido esta semana su baja federativa por las presiones recibidas a través de las redes sociales.

Precisamente, internet fue el comienzo de la polémica. La novia de Jairo Cárcaba publicó en su Tuenti el 22 de abril una foto del delantero con la camiseta del Tenerife. El problema no hubiera sido tal si no fuera porque algunas horas antes había derrotado al Oviedo en el Tartiere, dilapidando las opciones azules de luchar por el liderato.

A partir de entonces, el asunto se fue de las manos. Algunos aficionados del Oviedo se hicieron eco de la foto. Había más. La novia del jugador confesaba en su cuenta de Twitter que había acudido a El Molinón junto a Cárcaba. La mecha prendió entre los seguidores más radicales. Los insultos no se detuvieron en el futbolista. También alcanzaron a la novia del jugador e incluso a la hermana del mismo, de sólo 13 años de edad. Todo ello a través de las redes sociales.

La madre del futbolista llamó al Oviedo para exigir una defensa pública del chaval. «Condenamos los insultos que hayan podido recibir Jairo y su familia, totalmente fuera de lugar, pero que nadie acuse al club de no haber actuado adecuadamente porque no tiene nada que ver en esta historia», explica el consejero del Oviedo Pedro Zuazua.

El club azul introdujo a comienzos de esta temporada unas reglas específicas sobre el uso de las redes sociales de aplicación a los equipos de las categorías inferiores. Las normas, de aplicación estricta, están colgadas en las paredes de los vestuarios del club. Entre otras cosas se prohíbe a los futbolistas azules insultar a rivales, publicar fotos del vestuario, criticar a compañeros y árbitros e incluso utilizar palabras malsonantes en las redes sociales. Esta misma temporada un jugador del infantil fue llamado al orden por quejarse de un arbitraje.

Casos como el de Jairo se han multiplicado en los últimos tiempos. Uno de los más sonados fue el de Michu, cuando Celta y Sporting negociaban su traspaso. Los días de conversaciones se salpicaron con insultos y amenazas en foros y redes sociales. El asunto finalizó con la renuncia del futbolista, que decidió seguir en Vigo.

En el sportinguismo también se han visto casos en los que la presión social ha hecho cambiar la idea de los dirigentes. Así ocurrió con el frustrado traspaso de José Ángel al Málaga en diciembre de 2010. «Me gusta esa operación», había anunciado el presidente Vega-Arango antes de que la presión popular estallase echando por tierra la operación. También en Gijón se recuerda la polémica surgida con la segunda equipación de la temporada pasada, retirada por la firma deportiva antes de estrenarse por la protesta generalizada en internet.

Y lejos de Asturias está el caso de Salva Ballesta, vetado por la afición del Celta hace algunos meses por sus ideas políticas. Ante el temor a una revolución de su propia afición, el conjunto vigués dio marcha atrás con su contratación como segundo técnico. Internet y sus diversas formas de comunicación parecen crecer más rápido que lo que algunos clubes se esperan.