El Sporting no gustaba, pero se venía cubriendo con los resultados, sobre todo en casa, donde contaba los partidos por victorias. Se estaba haciendo habitual que los rivales le superaran en juego, aunque no en la eficacia que se refleja en los resultados. Hasta que un recién ascendido, el Jaén, que hasta ahora no había sacado un solo punto en sus desplazamientos, vino a dejarle en evidencia: le arrancó un empate e hizo méritos suficientes para ganarle. Cuéllar hizo hasta tres paradas salvadoras, la última en el tiempo de prolongación.

LAS AUSENCIAS.- El Sporting echó muy en falta a Scepovic, el jugador que resuelve. Su compatriota Lekic no llegó siquiera a sucedáneo. Y también se acordó de Cristian Bustos, el jugador que ordena lo que hay. Que no es mucho, pues la mayor añoranza que provoca el Sporting es por lo que todavía no se ha visto ni esta temporada ni casi nunca en las anteriores: un buen juego colectivo. Es muy dudoso que el equipo que ha diseñado su actual entrenador, y que mantiene contra viento y marea, llegue a realizarlo. Ayer, con la solución que Sandoval aplicó al centro del campo, las cosas empeoraron. Y es que no parece que se trate de un problema de retoques para insistir en más de lo mismo, sino que se necesita algo diferente, que se traduzca a la vez en fluidez y eficacia. Ayer la fluidez la tuvo el Jaén desde el principio. En el arranque del partido mandó su medio centro, Quesada, que no se limitó a empuñar la escoba por delante de sus centrales sino que aprovechó su libertad para asomarse al campo contrario y crear zonas de superioridad y hasta dar asistencias de posible gol. Y más tarde fueron mostrándose importantes otros centrocampistas, como Machado y Jozabed. Pero, sobre todo, el equipo andaluz tuvo la movilidad que requiere el buen juego colectivo, frente a la rigidez del Sporting, cuya principal variante parece limitarse al cambio de banda de los extremos, aparte del trabajo de Álex Barrera para desmarcarse o los arranques de genio de Lora.

NO ESTABA DECIDIDO.- Hasta el partido de ayer las evidentes insuficiencias del Sporting parecían, sin embargo, pecata minuta, sobre todo en El Molinón, porque estaba enrachado. Y por algún tiempo pareció que la situación se iba a mantener ayer. Fue cuando, a pesar de que el Jaén estaba jugando mejor, los locales se adelantaron en el marcador con un gol ciertamente raro, pues lo marcó en propia meta el único jugador del equipo contrario que, por definición, no puede hacerlo, como es el portero. Pero lo cierto es que Toni García, pese a no estar presionado, se hizo un lío con el centro raso de Hugo Fraile y quiso despejarlo con el pie, con lo que cambió su dirección -iba paralelo a la portería- y lo metió dentro. El gol pareció demostrar que la racha seguía vigente. Y esa sensación se confirmaba con las dos ocasiones clarísimas desperdiciadas por el Jaén, una anterior y otra posterior al gol rojiblanco. El partido parecía decidido por una suerte de predestinación. Pero no lo estaba. Fue mérito del Jaén negarse a creerlo. Y demérito del Sporting no encontrar el remedio para impedirlo.

SOLUCIONES INEFICACES.- Sandoval dio a entender que el problema de su equipo estaba en la zona de ataque. Allí hizo todos los retoques. Primero sustituyó a un Lekic voluntarioso pero tan fuera de forma que ni siquiera pudo imponer su gran envergadura en el juego aéreo, por Guerrero, que es más móvil y habilidoso, pero no es hombre de área. Y luego dio entrada a Santi Jara y Carmona por los dos extremos, Isma López y Hugo Fraile, claramente atascados.

Pero el problema mayor del Sporting estaba en el centro del campo, donde López Garai y Casquero son jugadores poco dinámicos. El Jaén lo tuvo más fácil y supo aprovecharlo para moverse mejor donde ya lo había hecho desde el principio. Se benefició, además, de una debilidad del Sporting que es consecuencia de otra de las apuestas que tan firmemente parece haber hecho su entrenador esta temporada, como es la conversión de Mandi en defensa central. Quizá llegue a serlo, y bueno, con el tiempo, pero de momento le falta oficio. Un central con más experiencia quizás, al producirse el buen pase de Jozabed, le habría tapado a Jona la salida por fuera y no le hubiera dejado escaparse en solitario hacia Cuéllar para demostrar que el Jaén era capaz de aprovechar una ocasión.

Con ese gol comenzaba a truncarse la racha del Sporting en El Molinón, algo que, a estas alturas de la temporada, no habría que dramatizar demasiado, máxime cuando el tropezón, con el equipo situado en la zona alta de la clasificación, se produce con ausencias tan importantes como la de su goleador. Incluso para el Sporting el revés ante el Jaén, que estuvo a punto de ser mayor -¡esa parada de Cuéllar ante Gascón en las postrimerías!- puede ser beneficioso si se sacan las conclusiones que venía reclamando el escaso juego del equipo en casa y su limitada eficacia fuera. Puesto a hacer de la necesidad virtud el Sporting haría bien es ver este contratiempo como un aviso a tiempo.