A veces, en los estadios, suceden cosas mágicas. Y no es necesario que sea en el tuyo. La fiesta vivida en Zamora resultó ser una especie de inauguración de un final de temporada que se presenta apasionante. Las imágenes de los miles de seguidores azules cantando y botando en el Ruta de la Plata ponen la piel de gallina y dejan claro que el oviedismo afronta la recta final como un bloque coordinado: que miles de personas canten bien una canción no es tan fácil como parece; tiene que haber algo detrás. Alegría, por ejemplo.

Por primera vez en mucho tiempo, y por primera vez en la vida de muchos, las cosas le van bien al Real Oviedo en todos los ámbitos. Con el plano deportivo pendiente del desenlace final del play-off, el lunes comenzó el otro partido, el de la ampliación de capital. Lo hizo en un clima de tranquilidad y de ilusión. Nada que ver con el drama de hace ya más de dos años. Incluso la época del año elegida, la primavera, contrasta con aquel frío y lluvioso mes de noviembre en el que el oviedismo demostró al mundo de qué pasta estaba hecho.

El anuncio del Grupo Carso de la inversión de 4,1 millones de euros y las palabras de Arturo Elías, animando a nuevos inversores a entrar en la entidad, son un seguro de vida para el club, que a sus 89 años de historia encara la que posiblemente sea su etapa más esperanzadora en cuanto a estabilidad económica. Y esa seguridad debería transformarse en un nuevo compromiso por parte de la afición.

Porque el compromiso es la única forma de crecer. Si nosotros exigimos al equipo, también nos tenemos que exigir a nosotros mismos. Es la forma de seguir siendo diferentes y la manera de continuar con una historia que en su día sirvió de ejemplo al mundo.

El compromiso genera orgullo y sentido de pertenencia. Es como el amor, que crece cuando las dos partes aportan. Por eso nos toca aportar, en la medida de las posibilidades, un nuevo empujón a la causa.

Y no se trata tanto de comprar acciones, que también, como de expandir nuestra historia de superación y de lucha y sumar a aquellos que, creemos, pueden entenderla y compartirla. Todos tenemos un amigo (o más) al que hemos aburrido con la historia del Oviedín, con los dos descensos en un año, con aquel gol que nos faltó ante el Arteixo, con los jabalíes que destrozaron El Requexón? todos sabemos quiénes se emocionan cuando les contamos las historias de lo mal que lo hemos pasado y de lo que hemos disfrutado salvando a nuestro equipo. Esos son los que se merecen ser accionistas del Real Oviedo.

Tal vez muchos no podamos asumir la inversión que hicimos en 2012 (aunque el Grupo Carso la ha doblado), pero sí podemos hacer algo provechoso a largo plazo para la entidad: aumentar la masa de accionistas, de personas que entienden lo que es este club y aquello que lo hace tan especial. ¿Cómo? Pues cada uno a su manera.

Por poner un ejemplo de un tarado cualquiera: yo ya tengo seleccionadas las personas a las que regalaré una acción. Será gente a la que obviamente quiero y respeto, que por las razones que fueran no compraron en su momento, pero se merecen una oportunidad de añadir un poco de felicidad a sus vidas. Es muy raro encontrar a alguien que escuche la historia del Real Oviedo y no te pregunte si todavía se pueden comprar acciones.

La vida no suele dar segundas oportunidades y a nosotros nos ha puesto en bandeja la de hacer aún más global el mejor equipo del mundo, el equipo que tiene que cambiar las reglas del juego. 10,75 euros, así en frío, pueden sonar a poco como regalo, pero cuando uno recibe ese cartón azul, acompañado de cientos de vivencias, la cosa cambia.

Que sí, que puede ser un regalo envenenado y que vendrán temporadas malas, pero ¿qué más dan unos cuantos disgustos si a cambio estamos regalando una pasión para toda la vida? Seamos buenos y regalemos oviedismo en primavera, que esta vez sí que, como en aquella campaña de los noventa, el azul está de moda.