El Oviedo puso el broche de oro a una gran temporada. Los azules se hicieron con el título de "Campeón de campeones" y lo hicieron a lo grande. Lograron remontar el gol de desventaja que traían del partido de ida y además lo hicieron con un resultado que no admite dudas. Los azules realizaron un partido práctico, manejando bien las circunstancias que se dieron a lo largo de los noventa minutos y además demostrando la gran pegada de la que hicieron gala durante buena parte de la temporada, en especial a través de Linares, que con los dos tantos de anoche consigue llegar a los 30 goles.

El Oviedo cierra con un título una temporada que será difícil de olvidar y en la que además del ascenso lograron todos los objetivos que se marcaron antes de iniciarse la competición.

Sergio Egea optó por introducir varias novedades en el equipo que jugó el pasado domingo en Tarragona. Tan sólo cuatro jugadores -Johannesson, Redondo, Sergio Sánchez y Borja Valle- se mantuvieron en el once inicial, al que volvieron seis futbolistas habituales durante toda la temporada.

También el Nàstic introdujo varios cambios, con la presencia de jugadores como Mossa, Gerard y Rayco, habituales durante la liga regular.

El Oviedo entró mejor en el partido. Los azules tuvieron el balón en los primeros minutos y además lo movieron con acierto ante un Nàstic que optó por dejar hacer a los locales y esperar.

Los oviedistas dominaban con posesiones largas y aprovecharon su primera ocasión para adelantarse en el marcador. Corría el minuto 10 cuando Linares remató a la red un buen pase de Dioni desde la banda izquierda.

El gol cambió el desarrollo del partido. El Oviedo dejó el balón al Nàstic que pasó a dominar con claridad, pero sin tener excesiva profundidad. Su primera ocasión llegó en un remate de cabeza de Azkorra que paró sin problemas Esteban.

Los azules dieron un paso atrás buscando la salida a la contra, mientras que el Nàstic seguía teniendo el control, pero su dominio era en las zonas intrascendentes del campo, con lo que sus aproximaciones al área de la portería de Esteban eran muy contadas. Un lanzamiento de falta de Xisco Muñoz desde fuera del área fue su mejor opción, mientras que los azules respondieron con dos ocasiones en los minutos finales. La primera de ellas fue un lanzamiento desde fuera del área de Susaeta, en el minuto 42, al que respondió Tomeu con una intervención enviando el balón a córner y en la última jugada de la primera parte, Linares, con todo a favor, cabeceó flojo un lanzamiento de córner de Susaeta

La segunda mitad se inició con más intensidad por parte de ambos equipos y con la primera ocasión para los azules en un buen centro desde la derecha de Dioni al que no llegaron por muy poco ni Linares ni Borja Valle.

El Oviedo volvió a recuperar el control del partido y, además, dando siempre sensación de peligro con el balón. En la segunda ocasión, los azules no fallaron. Linares culminó con un disparo cruzado un pase de Dioni que dejaba el partido muy de cara para los locales, aunque quedaban todavía 36 minutos por delante.

Con la clara ventaja en el marcador, los oviedistas trataron de asegurar el control del partido. Lo hicieron con posesiones largas y asegurando los pases ante un Nàstic que acusó pareció acusar el segundo gol. Los catalanes tenían muchos problemas para tener una clara salida del balón y además carecían profundidad para tratar de poner en peligro la portería de Esteban. Así se entró en el tramo final del partido. Los azules volvieron a dejar que el Nàstic tuviera el balón, pero los visitantes les costaba un mundo generar situaciones de peligro. Prueba de ellos es que la más clara fue un lanzamiento de Ferran Giner al lateral de la red, tras un lanzamiento de esquina.

En los últimos minutos del partido el Tartiere fue una explosión de júbilo. Primero con la entrada de Cervero al campo en sustitución de Linares despedido con una gran ovación y dos minutos después con el gol del propio Cervero que abría de par en par las puertas del título para el Oviedo. Esos minutos fueron una auténtica fiesta para los más de 12.500 espectadores que se dieron cita en el Tartiere y más con el final del encuentro con la comunión entre el equipo y la afición.