Con liderato o sin liderato, que el propio Marcelino calificó como "anecdótico", hace tiempo que el Villarreal ganó el título más preciado para un club de su nivel: la fiabilidad. Porque con sólo 16 temporadas en Primera División, este año cumple su décima participación en competiciones europeas. Porque es un club saneado, que no necesita que sus adinerados dueños le inyecten liquidez. Porque a sus dirigentes les gusta ganar, por supuesto, pero siempre a partir de un estilo de fútbol atractivo, como se desprende del perfil de los entrenadores y los jugadores que ha contratado la familia Roig. Y porque sin tener la tradición de los grandes clubes de cantera de España, el Villarreal ya es un modelo en la formación de jugadores. En ese escenario tan idílico aterrizó hace dos años y medio Marcelino García, que ha encajado como un guante en El Madrigal. Consciente de que tiene muy difícil el acceso a los banquillos más exclusivos del fútbol español, el entrenador asturiano puede hacer historia en el Villarreal hasta convertir lo anecdótico en rutina.