"La FIFA no puede decidir la vida de mi hijo". La frase de Danni Lederman, el padre de uno de los niños expulsados de La Masía, no es de la semana pasada, pero sigue de plena actualidad. Porque una norma que pretende proteger a los jóvenes de las artimañas de los tratantes de futbolistas acaba provocando el efecto contrario. Pese a nacer en Norteamérica, Ben Lederman es un loco del "soccer", como llaman al fútbol por allí, y desde muy pequeño seguidor del Barça y fan entusiasta de Leo Messi. Por eso, cuando la familia Lederman se trasladó a Barcelona debido al trabajo del padre, Danni no tardó en presentar a su hijo a una prueba para incorporarse a los equipos inferiores del Barça. "Vivimos toda la familia aquí, nos gusta Barcelona, es nuestra casa", añade Lederman como justificación de la demanda que ha presentado ante el TAS contra la FIFA. La situación es tan esperpéntica que Danni Lederman ha tenido que regresar solo a su país de nacimiento para jugar al fútbol mientras el resto de su familia sigue en Barcelona. Ben es consciente de que será difícil encauzar la situación de su hijo, pero asegura que pleitará con la FIFA pensando "en el resto de los niños que están en la misma situación y lo hago por sus sueños. Hablamos de derechos humanos".