Creo que pocos actores han encarnado mejor la falta de escrúpulos en el cine que Dan Duryea en "La mujer del cuadro" y "Perversidad", dos joyas dirigidas por Fritz Lang. En "Perversidad", Duryea interpreta a Johnny, un chulo impresentable que se cree muy listo pero está convencido de que para ganar dinero no basta tener cerebro, sino que se necesita disponer precisamente de dinero para meterse en un negocio. Como Johnny no tiene dinero (ni cerebro), convence a su novia para que un pobre cajero que está enamorado de ella cometa un desfalco en su empresa. Kitty, la novia de Johnny, que es maltratada y utilizada por ese mediocre tipo al que le gustan las pajaritas y los tirantes, se pregunta por qué está tan coladita por Johnny, y el tipo se limita a decir: "Sí, claro que lo sabes". Tremendo.
De acuerdo, el fútbol se está convirtiendo en un deporte tan impresentable y falto de escrúpulos como Johnny en "Perversidad". Los jugadores de élite ganan demasiado dinero y muchos se comportan como idiotas con mucho dinero. En el fútbol hay fraudes a Hacienda, deudas insostenibles, exhibicionismo macarra, patéticos arrumacos a la política, fanatismo hortera, oscurísimos intereses económicos, peinados como los de Douglas y segundas equipaciones horribles que dañan a la vista. El fútbol ocupa demasiado tiempo en los telediarios y en las vidas de los futboleros, obliga a organizar nuestros horarios de acuerdo con los horarios de los partidos, exige que gastemos nuestro dinero en abonos a canales que emiten fútbol o en cerveza mientras vemos un partido en el bar, saca lo peor de nosotros un lunes por la mañana si nuestro equipo ha perdido, consigue que deseemos más la derrota del contrario que la victoria propia y nos obliga a llevar bufandas espantosas incluso en pleno verano. Me pregunto entonces, como se preguntaba la novia de Johnny, por qué estamos tan coladitos por el fútbol. Y entonces veo en el partido Getafe-Barça cómo Neymar centra desde la izquierda a la frontal del área, donde aparece Sergi Roberto, que asiste de tacón a Luis Suárez para que el uruguayo, después de una pausa exquisita, marque con la derecha. Y el fútbol, con la misma seguridad en sí mismo que Johnny en "Perversidad", dice: "Sí, claro que lo sabes".
