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Desconexión fatal

El Barcelona paga su relajación, tras los golazos de Messi y Rakitic, con un empate bien trabajado por el valiente Dépor

El lanzamiento de falta de Messi que supuso el primer gol del Barcelona. QUIQUE GARCÍA / EFE

Ni todos los avisos de Luis Enrique sirvieron para que el Barça vuele al Mundial con la sensación del deber cumplido. Creyó tenerlo a falta de un cuarto de hora con 2-0 en el marcador, pero el propio técnico contribuyó a la descompresión con unos cambios que sonaban a partido resuelto. Lo que pasó en esos últimos quince minutos hay que ponerlo en el debe del Barcelona, pero también el Deportivo hizo lo suyo para llevarse el punto. A Busquets se le evaporó su estado de gracia y el partido acabó convertido en un correcalles que favoreció al equipo que ya no tenía nada que perder. Los cambios de Luis Enrique empeoraron al Barça. Los de Víctor acabaron de darle al Dépor el filo necesario para superar a Bravo. Un chasco para el barcelonismo, que tras la fiesta del clásico sufre con las desconexiones del equipo.

Aunque resulta muy tentativo hablar de que se repitió la historia del último partido de la pasada Liga, lo de ayer no tuvo nada que ver. Esta vez, el Deportivo contrarrestó el 2-0 del Barcelona a base de atrevimiento y buen fútbol. Y este Depor tiene muchos más argumentos que el de hace unos meses. Además, Víctor Sánchez se plantó en el Camp Nou con una disposición táctica revolucionaria. En vez de presionar en bloque muy arriba, o de esperar con una línea de cuatro y otra de cinco al borde del área, como hace la mayoría, el técnico dejó descolgados a Lucas Pérez, Jonathan y Fjar. En teoría, una invitación para que las estrellas del Barça se diesen un festín con tantos espacios. A la hora de la verdad, un jeroglífico.

El Barcelona tardó 38 minutos en batir a Lux y para eso tuvo que aparecer la magia de Messi en un falta lejana. Hasta ese momento había amagado, sobre todo con las llegadas de los laterales aprovechando los pasillos que dejaba el Dépor. Pero también Bravo se había llevado un par de sustos, ambos protagonizados por el uruguayo Jonathan. El primero lo acabó con un remate desviado, tras arrancar en fuera de juego sin que el linier se diese por enterado. En el segundo, tras una acción bien trenzada, el guardameta chileno anduvo rápido para tapar su disparo.

Al descanso parecía que el Barça ya había hecho lo más difícil, pero la salida del Dépor en la reanudación disparó las alarmas, con una presión adelantada. Así que Rakitic, Busquets e Iniesta tensaron la cuerda para que Messi pudiera ofrecer lo mejor de su repertorio desde una posición centrada con los dos delanteros y los laterales ofreciéndole muchas opciones. Un pase del argentino picando el balón sobre el tupido muro coruñés dejó a Jordi Alba cara a cara con Lux. El lateral renunció a la gloria del gol para regalárselo a Suárez. Mala idea porque el linier señaló un fuera de juego indescifrable incluso con la tecnología televisiva.

Poco después Rakitic no dio lugar a la duda. Clavó un zurdazo desde el borde del área junto al poste derecho de Lux, demostrando que a veces un grito vale más que mil susurros. El 2-0 dio paso a un carrusel de cambios que iban a tener una gran influencia en el desenlace. Mientras que Cardoso revolucionó el ataque del Dépor nada más pisar el césped, Munir fue tan irrelevante como Sandro, Sergi Roberto empeoró claramente a Rakitic y la banda de Mathieu se convirtió en una invitación para el asalto visitante.

Un gol bien anulado a Lucas Pérez, que estaba en fuera de juego mientras Cardoso remataba al larguero, precedió al 2-1, fabricado por la misma pareja. Cardoso asistió y Lucas aumentó su jugosa cuenta anotadora. En otros tiempos, con apenas quince minutos por delante, el Barça afrontaba estas situaciones con una sobredosis de balón. Ayer hasta Busquets perdió el rumbo. Un fallo del pivote azulgrana activó la contra de Lucas Pérez, finalizada con una sorprendente precisión por Bergantiños, quizá en la única aventura ofensiva del centrocampista de contención. Quedaban cinco minutos más el descuento, pero el Deportivo, como en aquella gloriosa tarde de mayo, aguantó.

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