Durante 15 minutos el Madrid tocó la gloria. Ese cuarto de hora permitió borrar de un plumazo los fantasmas de Tenerife y saborear los éxitos de última hora, los que llegan de forma inesperada. Se adelantó el Madrid en Coruña gracias al oportunismo de Cristiano y en Granada las cosas empezaban tibias, sin estridencias. Pero las historias increíbles, los giros imprevistos de guión, solo suceden muy de vez en cuando. Cuando Luis Suárez se puso a desmontar el cerrojo del Granada, la sonrisa se borró de la cara madridista. Los de Zidane hicieron su trabajo en Coruña (0-2) pero se quedaron cortos en su asalto a la Liga, el torneo de la regularidad. El camino de altibajos blanco se ha quedado en esta ocasión sin premio. El Barça, a pesar de su desinfle de los últimos tiempos, es justo vencedor.

Y eso que el plan trazado desde el vestuario blanco salió a la perfección. Todo pasaba por marcar pronto y tratar de pasar algo de presión a Granada, aunque fueran pequeñas dosis. A ver si pasaba algo raro. El Madrid salió arrollador y a los siete minutos obtuvo su premio. Bale ganó el sprint y Benzema, elegante hasta para fallar, convirtió un mal chut en una precisa asistencia. Cristiano, que siempre está en el lugar adecuado, empujó con la zurda a la red.

Llegó el gol y aumentó el dominio de los blancos. El Depor apenas opuso resistencia desde el comienzo, El plan continuaba con que los transistores se encargaran de lanzar el eco del gol de Cristiano. Durante quince minutos el asunto funcionó. Fue el tiempo en el que el Madrid era campeón de Liga. El gol de Luis Suárez a los 22 minutos rebajó la euforia. Pero no el dominio blanco.

A la batalla del Madrid por el título se unió la de Cristiano por el Pichichi, y por cualquier tipo de reivindicación personal. Así funciona su personalidad. El luso concentró el foco de ataque en su reto personal. A los 24 hizo su segundo gol: carga sobre Mosquera, remate de cabeza, rebote en el brazo del deportivista y balón a la red. No se detuvo Cristiano con su segunda celebración. Lo intentó primero con sutileza: control sublime y una definición cruzada al poste; después, con pólvora: zurdazo desde la frontal al larguero. El Depor solo pidió un par de planos con dos chuts de Fede Cartabia ante los que Navas no tuvo que intervenir. En la recta final del primer acto, las noticias desde Granada (0-2) chafaba los ánimos blancos, pero el dominio seguía siendo nítido.

El partido se desinfló por completo tras el descanso. Primero, por la ausencia de noticias interesantes para los blancos desde Granada. Y segundo, porque Cristiano, el agitador, se quedó en el vestuario. La segunda mitad sirvió para que Navas demostrara que está pendiente para arreglar cualquier problema.

Al Madrid le han faltado jornadas para lograr el asalto al título, algunos kilómetros más en su carrera de larga distancia, pero aún le queda una última estación, Milán, para que la campaña termine en el éxito rotundo.