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Culé Moyáu

Razón y pasión

Como, tal y como nos enseñó David Hume, la razón es muchas veces esclava de las pasiones, de forma que la racionalidad suele estar condicionada por nuestros sentimientos y emociones, muchos culés nos sentamos a ver el partido Granada-Barça temiéndonos lo peor. La razón decía que el Barça es mejor equipo que el Granada, que ganaríamos el partido y que así el resultado del Real Madrid ante el Dépor importaría menos que la opinión de un astrólogo en un congreso de física en el que participa Sheldon Cooper. Pero la razón culé está sometida a los sentimientos heredados de nuestro pasado pre-Cruyff, y el gol de Ronaldo en Riazor nos recordó otras épocas en las que el Barça perdía títulos con la misma facilidad con la que el jefe Wiggum come rosquillas. ¿Y si perdemos la Liga en el último partido? ¿Y si el equipo de Florentino Pérez, el devorador de entrenadores, termina ganando una Liga que tenía perdida desde que el triste Benítez se sentó en la silla de Ancelotti? ¿Y si Suárez no es capaz de meter un gol al Granada y el jugador uruguayo se queda con el "Pichichi" pero sin título? Un momento. ¿Suárez sin marcar ante el Granada? Ah, no. Eso sí que no.

Suárez es el libertador de la razón frente a la tiranía de las pasiones, el Espartaco de la racionalidad que se enfrenta a las emociones, el Lenin que toma el Palacio de Invierno y expulsa al zar del trono de la mala suerte. A cada gol de Ronaldo en Riazor, Suárez respondió con un gol en el Nuevo Estadio de Los Cármenes. La razón pública de Suárez, ese delantero que un día Florentino, en su infinita sabiduría, despreció, frente al mal rollo de los goles de un Ronaldo que siempre juega para sí mismo. Todo fue razón en Granada, desde la respuesta en el campo de un equipo que muchos ya daban por muerto a la reconversión de un terreno de juego más seco que el corazón de Donald Trump y, por tanto, enemigo del alegre juego azulgrana, en un elemento del que sacar provecho en el segundo gol. Todo fue racionalidad en el Nuevo Estadio de Los Cármenes, desde la no-respuesta de Neymar ante las provocaciones de un futbolista del Granada que se sintió provocado tras sufrir un caño del brasileño, a la demostración geométrica de que los críticos de Alves y de Iniesta que dedican su vida a escupir comentarios horribles, desagradecidos, ignorantes y maleducados en los foros de internet tendrán que seguir tragando bilis alguna temporada más. Triunfó la razón. Y, así, celebraremos este título con la pasión que merece. La razón culé es emocionante.

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