El de Roberto Suárez fue un momento redondo en diferido. Porque tuvo que esperar casi tres meses para cumplir el sueño de debutar en Primera División con el Oviedo. Se la jugó al abandonar la cantera madridista, pasó momentos de incertidumbre y al final le salió bien. Roberto Suárez Álvarez (Grado, 7-4-74) tuvo un estreno de lujo, en el Camp Nou, aunque con derrota (1-0). Sólo tuvo que esperar una semana para celebrar su primera victoria, en el Tartiere, frente al Zaragoza (2-1). Fue el inicio de una carrera profesional que duró quince años y que ha tenido un inesperado "revival" en la segunda parte de la temporada con el Marino.

A principios de la década de los 90, los canteranos del Madrid lo tenían tan difícil como ahora para llegar al primer equipo. Así que Roberto Suárez, ante la perspectiva de estancarse en el Castilla tras cumplir como juvenil, no se lo pensó mucho cuando recibió la llamada de Radomir Antic, entrenador del Oviedo y buen conocedor de la cantera blanca. "Como el Madrid no me dejaba marchar y todavía era juvenil pedí un cambio de residencia por estudios. Pasé la pretemporada con mucha incertidumbre porque no sabía si me obligarían a volver. Pero no podía desaprovechar la oportunidad de jugar en Primera con un equipo de mi tierra".

Hasta que recibió el permiso federativo, Roberto Suárez sólo pudo jugar partidos amistosos, lo que el Madrid inentó utilizar en el litigio. Le sirvió para hacerse una idea de lo que le esperaba: "El salto a profesional era muy grande y aprendí mucho de los grandes jugadores que había en el Oviedo". La presencia de Antic le allanó el terreno: "Antes de venir a Asturias me reuní con él varias veces en su casa, en Madrid, para explicarme los planes que tenía para el Oviedo. Sabía muy bien lo que quería".

Ya habían pasado siete jornadas de la Liga 1993-94 y Suárez tenía que conformarse con ver los partidos desde la grada o por televisión. Hasta que llegó la buena nueva: "Fue entre semana, un miércoles o jueves. Yo sabía que Antic quería contar conmigo de inmediato y así fue pese a que tocaba jugar nada menos que en el Camp Nou frente al Dream Team de Cruyff". Todo un reto para un chaval de 19 años, que afrontó con nerviosismo los días previos, pero se metió en seguida en el partido.

"Me sentí cómodo porque los compañeros me arroparon mucho", destaca. "No te da tiempo a pensar en lo que tienes enfrente. Sabía que jugando contra el Barcelona íbamos a tener muy poco el balón. Y así fue, un partido de trabajar mucho y jugar en equipo. Antic me mandó moverme por la zona izquierda, tapando a Amor y las diagonales de Stoichkov".

Para la historia del centrocampista de Grado quedó aquella primera alineación como profesional: Viti; Cristóbal, Gorriarán, Jerkan, Luis Manuel, Rivas, Armando, Jokanovic, Roberto Suárez (Andrades, min. 79), Jankovic y Carlos (Maqueda, min. 59). "Dadas las circunstancias acabé contento", señala Suárez, que procuró cumplir a rajatabla con las directrices del entrenador: "Antic me pidió que aportara orden al equipo junto a Joka, que tenía más llegada. Se trataba de hacer lo que habíamos estado ensayando en los entrenamientos".

Una semana después, frente al Zaragoza y con el amparo del viejo Tartiere, Roberto Suárez cantó victoria (2-1, con goles de Carlos). Acabó esa temporada con 29 partidos, 31 en la Liga 1994-95 y 38 en la 95-96, con Ivan Brzic como entrenador. En ese curso, Suárez protagonizó un hecho excepcional, su único gol en 130 partidos en Primera División, entre el Oviedo (107) y el Cadiz (23). "Fue una sorpresa y también una alegría poque el Oviedo llevaba mucho tiempo sin ganar en San Mamés. Robé un balón, triangulé con Christiansen, llegué al segundo palo y rematé como pude. No sabía ni cómo celebrarlo. Lo importante es que ayudó a la permanencia".

Las cosas para Suárez empezaron a cambiar con la llegada al banquillo de Juanma Lillo, para el que no tiene ningún reproche: "Fue muy claro conmigo. Había fichado Paulo Bento y Lillo me advirtió de que lo tendría difícil". Suárez sólo jugó ocho partidos con Lillo, pero le considera "un entrenador adelantado en muchos aspectos tácticos, como el trabajo en zona. Además de Paulo Bento, contaba con Iván Iglesias, Borrelli, Onopko". Tampoco el sustituto de Lillo, Tabárez, se anduvo por las ramas: "El primer día me dijo que no contaba conmingo, pero decidí quedarme y pelear. En diciembre, viendo que no tenía ninguna posibilidad, me marché al Levante".

Suárez espera que en Oviedo le recuerden como "un jugador de equipo, trabajador, igual que otros compañeros como Berto o Armando".