Como ahora Novak Djokovic atrae todos los focos del tenis mundial, a mitad de semana pasó prácticamente desapercibida una nueva gesta de Roger Federer, que sigue siendo el tenista con más títulos en torneos del Grand Slam. Con su victoria frente a Florian Mayer en el torneo de Stuttgart, el suizo alcanzó la número 1.072 en su carrera profesional, con lo que supera a Ivan Lendl y se sitúa segundo en el ranking. Todavía está lejos del líder indiscutible, el estadounidense Jimmy Connors, que llevó su marca hasta límites estratosféricos: 1.256. Quizá Federer nunca le dé alcance, probablemente no sume ningún grande a los 17 que figuran en su palmarés, pero los que hemos tenido la suerte de disfrutar de su tenis lo consideramos un número uno. Rafa Nadal tuvo el mérito de discutirle su corona en su mejor momento y Djokovic de destronarle con una autoridad tremenda. Pero para siempre quedará el tenis hecho arte de Federer, capaz de combinar belleza con efectividad. Esa es la impagable herencia de Federer, que supo ser un campeón sin dejar de comportarse como un señor.
