Llegó al banquillo bajo la promesa de aportar tranquilidad. Antes de hablar de fútbol, había que encontrar el sosiego. Y lo logró de inmediato, con buen fútbol, con resultados, con la Liga de Campeones como perfecto colofón. Los títulos son oxígeno en el Madrid, así que Zidane encontró una nueva oportunidad al frente.

El reto no era sencillo, ante un Barça con Messi en su apogeo, palabras mayores. Y en la presente Liga, Zidane ha mejorado a su equipo. Ha conquistado la competición doméstica cinco años después, con las mismas dosis de tranquilidad de su primera versión y pinceladas tácticas que le señalan, además, como valiente estratega.

Pero el principal acierto de Zidane en esta Liga ha tenido que ver con Cristiano. Le ha convencido de dos cosas esenciales: que es 9, un hombre de área, y que, a veces, conviene descansar.

Zidane ha logrado que los blancos celebren la Liga cinco años después en un final de foto finish: el Barça fue mejor en los duelos directos, el Madrid fue más regular.