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Fútbol | Partidos con historia

El Barcelona la toma con el Sampdoria

Los azulgranas ganan al equipo italiano sus dos grandes títulos europeos con Cruyff como entrenador: la Recopa de 1989 y la Copa de Europa de 1992

Laudrup conduce el balón ante un jugador del Sampdoria. LNE

Ronald Koeman fue el ejecutor material, al lograr el gol decisivo, pero no hay ninguna duda de que el cerebro detrás del primer título de Copa de Europa del Barcelona fue Johan Cruyff. Con esta fundamental aportación de la escuela holandesa de fútbol el Barcelona se sacó una espina que llevaba bien clavada desde el principio de los tiempos de la competición, no sólo por su propia incapacidad para ganarla sino también porque encima su gran rival, el Madrid, ya acumulaba seis entorchados cuando él empezó la cuenta.

Cruyff, en particular, saldaba además una deuda que tenía con el equipo azulgrana, al que no había sabido llevar al éxito europeo como futbolista. El que fuera excepcional jugador había dado la vuelta por completo al conjunto catalán, como líder indiscutible de su primer trofeo de Liga en catorce años, en 1974, ganado de forma arrolladora en la temporada de su debut, pero su huella como técnico fue aún mucho más profunda en un club que en 1992 llegaba por tercera vez a la final de la Copa de Europa. Las dos primeras habían supuesto unas decepciones enormes.

Primero fue el Benfica el que frustró al Barcelona, en una final, en 1961, que ganaron los portugueses por 3-2, la primera que no jugaba el Madrid, en la que los de la ciudad Condal se hicieron acreedores a una mejor suerte, y baste para avalarlo que estrellaron cuatro balones en los postes, pero todavía fue muchísimo más dolorosa la derrota de la segunda, en Sevilla, ante el Steaua Bucarest, en 1986, en la que el Barcelona no es que fuese incapaz de marcar un gol, es que ni siquiera logró acertar un penalti, en un desenlace obligado por el empate a cero al final de los noventa minutos y la prórroga. Fue uno de los mayores ridículos de su historia.

El estado de crisis en el que entró el Barcelona como consecuencia de aquella derrota en el Sánchez Pizjuán acabó después de dos temporadas con la llegada de Cruyff a su banquillo. Con manos libres para fichar a sus jugadores pescó en tierras vascas sobre todo para hacer la plantilla, y los éxitos no tardaron en llegar, el primero al término de su primera temporada, en 1989, derrotando al Sampdoria de Génova en la final de la Recopa, la competición que jugaban los campeones de Copa, participación que el Barcelona se había ganado con Luis Aragonés en el banquillo.

No fue la única ocasión en la que el Sampdoria, que entrenaba Vujadin Boskov, fue un rival de lo más propicio para el Barcelona. Con muchos de los mismos protagonistas de nuevo enfrentados, tres años más tarde, el equipo azulgrana confirmaba que le tenía tomada la medida a los genoveses y los acabó doblegando en la final de la Copa de Europa, disputada en Wembley. Tuvo Vialli un par de ocasiones para adelantarse en el marcador, pero no estuvo acertado, y por su parte el Barcelona no supo concretar su mayor dominio ante un típico equipo italiano en cuanto a firmeza defensiva, y con un gran portero, Pagliuca, en un partido en el que los barcelonistas estuvieron mucho más contenidos de lo habitual en esta nueva etapa, y es que había mucho en juego.

Al final, Ronald Koeman, en un lanzamiento directo de falta, ya en la prórroga, decidió el partido, como había hecho en tantas ocasiones antes y haría en otras muchas después, pues el defensa holandés era un maestro en el toque de pelota y en la asunción de responsabilidades. Cuando las cosas estaban feas para sus equipos, sus compañeros sabían que era una garantía provocar una falta en las inmediaciones del área o un penalti para que resolviese dada su precisión en el disparo, que lo ha convertido en el defensa más goleador de la historia.

Aquel Barcelona tenía jugadores muy limitados atrás, como Ferrer o Nando, pero era de los que hacía muchísimo daño de medio campo para adelante, con jugadores como el supertécnico Laudrup y el punzante Stoichkov, o los siempre eficaces Bakero, Goikoetxea y Beguiristain, que desde el principio entendieron a la perfección de qué iba el fútbol con Cruyff, es decir juego de posición y de posesión, como había practicado en el Ajax de la época dorada, por no hablar de los organizadores Eusebio y Guardiola, que también han sabido hacer carrera como técnicos.

La "frivolidad" que faltó aquel día en Londres era una de las más acendradas características de los equipos dirigidos por Cruyff, como reflejo de ciertos aspectos de su personalidad, que le llevaba a huir de equipos muy mecanizados, y es que como no se cansaba de repetir, "me gusta que los jugadores decidan por sí mismos". El fútbol es de los futbolistas, que decía el austríaco Ernst Happel, uno de los más grandes entrenadores de todos los tiempos, sin ningún empeño en mostrarse corporativo como técnico que era, a lo mejor también porque había sido un extraordinario jugador y sabía por experiencia propia lo fundamental que es que los futbolistas no sean como robots.

Esa "ligereza" en el juego fue un factor clave para explicar cómo de las cuatro Ligas que ganó el Barcelona con Cruyff como entrenador, tres fueron conseguidas en la última jornada, y porque fallaron los rivales, dos veces el Madrid y una el Deportivo, cuando era evidente que el Barcelona tenía condiciones para hacerse con los títulos sin tanto sufrimiento, y a que justo en esta Copa de Europa triunfal hubiese estado a punto de quedarse en los octavos de final, ante el Kaiserslautern, una circunstancia que evitó Bakero con un gol providencial de cabeza en los últimos instantes.

El Barcelona llegó de todos modos a tiempo de ganar la Copa de Europa como tal porque la de 1992 fue la última que se denominó así, para pasar a continuación a ser conocida como Liga de Campeones, un trofeo que ha ganado en cuatro ocasiones, siempre con entrenadores, Rijkaard, Guardiola y Luis Enrique, declarados seguidores del genial Cruyff.

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