Andaba yo atribulado, cabizbajo y meditabundo durante la primera parte del Real Madrid-Las Palmas sobre si el conjunto blanco debería independizarse de Benzema y de si es necesario aguantar los sobresaltos defensivos a la espalda de Marcelo, cuando comenzó el segundo tiempo. Y, como en una verónica de Curro Romero, Marco Asensio detuvo el tiempo para pegar un zurdazo que acabó en la escuadra de la portería canariona.

El zapatazo fue antológico, pero toda terminación que indique fuerza, potencia y violencia sobre el disparo se me antoja errónea porque, en verdad, lo que hizo Asensio fue todo lo contrario. Fue sublimar la técnica para pegarle al balón sin descomponer la figura y dejar que la perfecta colocación del cuerpo entero y más en concreto del pie hiciera el resto para que la pelota, como un misil, surcara un trayectoria recta y ascendente que terminó en la escuadra de la portería como si la línea la hubiera trazado el mismísimo Pitágoras en una de sus hipotenusas.

Asensio es eso, cierta irregularidad, mucha clase, conducción de balón pegado al pie, potencia física de esfuerzos cortos y, sin duda, el mejor golpeador de balón que tiene el fútbol español. Podría decir el mejor, puesto que en esto de golpear el balón desde fuera del área, el fútbol español acumula un déficit histórico que si lo transformamos en deuda supondría no sé cuántas comunidades autónomas reclamando derechos históricos al Gobierno central.

Asensio es crack, sí, pero es joven. Así que mejor lo dejamos crecer en paz y no le halagamos demasiado (entono desde ahora el mea culpa) para no correr el riesgo de estropear la mejor perla que tenemos ahora mismo junto a Isco.

Ahora bien, el golazo de Asensio y el posterior de Isco no deben esconder la mala temporada que lleva el Madrid. Modric no está aunque se le espera, Kross pierde todos los balones que no ha perdido en cinco años, Marcelo es una calamidad atrás que se compensaba con su aportación en ataque, pero por ahora ni eso. Cristiano no ve puerta y Benzema (qué dolor) es una máquina de fallar goles que exaspera al Bernabéu y que pide a gritos una venta. Todo esto, unido a falta de actitud generalizada que bien podría definirse como "se lo tienen un poco creído". Espero que vaya cambiando y sea sólo una cuestión de ciclos físicos dentro de la temporada, aunque no me gusta cómo me caza la perrilla. Se me olvidaba, Vallejo tiene empaque.