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Toda una vida

"Fiché por el Sporting con 18 años porque me deslumbró"

"De juvenil probé por el Madrid, la Real Sociedad y el Athletic, pero sólo en Gijón me valoraron desde el primer momento"

"Fiché por el Sporting con 18 años porque me deslumbró"

A Iñaki Churruca se le nota orgulloso de Zarauz, donde pasó su infancia, y del Athletic, el equipo donde alcanzó su cénit como futbolista. Pero el Sporting y Asturias le marcaron tanto que aquí está, próximo a los 70 años, encantado en su retiro de Sariego. Churruca le dio mucho futbolística y económicamente al Sporting porque la Escuela de Fútbol de Mareo nace a partir de su traspaso al Athletic. Por eso no entiende ni acepta que el dueño del Sporting, José Fernández, le despreciase cuando buscaba un hueco en una estructura que lleva su sello. Pero, por encima de los dirigentes, Churruca sí es un hombre agradecido con el Sporting y con el fútbol.

La playa, esa escuela

"Nací en una maternidad de San Sebastián, pero soy de Zarauz. Empece a jugar al fútbol con diez u once años en la playa. De aquella no había alevines, ni escuelas de fútbol. Era otro mundo, se jugaba en la calle y había que buscarse la vida. Éramos autodidactas. Los balones me llamaron siempre la atención. Recuerdo que con tres años jugaba con uno de colores, tan grande como yo. Mi padre, Antonio, trabajaba en una fábrica de muebles, y mi madre, Catalina, en casa".

"Me reñían porque siempre volvía con los zapatos rotos. Aparte del balón, le daba a cualquier cosa que había en el suelo. Era diestro, pero practicaba con la izquierda en los frontones. Comía rápido y empezaba a jugar yo solo, golpeando contra la pared con las dos piernas".

"Quisieron ficharme de un equipo fuerte, de los Salesianos, pero yo quería jugar con mis amigos. A veces perdíamos 10-0 y me marchaba llorando. Tenía mucho amor propio".

La OJE daba juego

"Iba a ver al Zarauz con otros críos. Los domingos no había otra: o misa, o fútbol. También me apuntaron a la OJE. Estaba mal vista en Zarauz porque era de la Falange, pero yo quería actividad. Me apuntaba a todos los deportes. Hice baloncesto, balonmano, atletismo, voleibol. Cualquier cosa que exigiera esfuerzo físico. Además, la OJE tenía un gimnasio y lo pasaba bomba".

"Zarauz es un pueblo muy deportivo. Igual hay más de treinta futbolistas de Zarauz que llegaron a Primera. Y cinco fuimos internacionales"

"Un día, con 14 años, me vio jugar en playa un directivo del Zarauz, Urquía, y me dijo que fuera a entrenar con los juveniles. Era ágil porque hacía ejercicios y movimientos de velocidad-reacción. Jugábamos sobre adoquines, entre piedras. Cuando hay un movimiento irregular del balón te acentúa la agilidad. La repentización y los movimientos de corrección sobre el balón son una riqueza. Echo de menos eso ahora en la enseñanza a los chavales. Tendrían que saber desenvolverse en situaciones difíciles".

"No pude jugar con el Zarauz juvenil hasta que cumplí los 15. Faltaba el extremo izquierdo y me pusieron, aunque me gustaba más jugar de delantero centro y meter goles. Al ser diestro, en la izquierda tenía ventaja".

"Estudiaba fatal, pero en casa no me presionaban con eso. Ellos siempre estaban trabajando. Con que aprobase, les bastaba. Tenía que estudiar en verano, además de trabajar de botones, de repartidor de carne o de lo que fuese".

Derretido en Madrid

"Cuando empecé a jugar en el juvenil vi que podía ser futbolista. Me gustaba mucho el Athletic. Para mí era la leche porque veía por la calle a Etxabe. Y a Iríbar, que vivía muy cerca de mi casa y se paraba a hablar con nosotros".

"El Zarauz juvenil tenía un gran equipo y fuimos campeones de Guipúzcoa. Eliminamos al Zaragoza y después nos tocó el Real Madrid. Jugamos en el Bernabéu y nos metieron seis. Después en casa embarramos el campo y les metimos 3-0. De once, ocho o nueve fuimos futbolistas".

"A raíz de aquella eliminatoria, un compañero y yo fuimos a probar por el Madrid. Igual éramos a 500 de toda España. Jugábamos diez minutos y teníamos que salir. Era en agosto y había tanto calor que no podíamos dormir. La prueba era para quince días, pero al segundo dije que me marchaba y arrastré a mi compañero".

"Siempre tomé decisiones por mí mismo y asumí las consecuencias. Después probé dos veces por el Sanse. Me daban 30.000 pesetas y gastos pagados para ir a entrenar, pero no me convenció".

"También me fui a probar con el Athletic. Ya había dejado los estudios en Bachiller Elemental y trabajaba en una empresa textil de mecánico. No me decidí y estaba a punto de fichar por el Éibar, que me daba 30.000 pesetas y podía seguir trabajando".

"Entonces apareció por Zarauz Galarraga, que era de un pueblo cercano, Vera, y entrenaba al Sporting. Le dije que no podía ir porque iba a firmar por el Éibar. Pero me convenció".

Gijón, otro mundo

"Vine a hacer la prueba en agosto de 1967, con 18 años. Doce horas en autobús desde Zarauz. Desde el principio, Gijón me pareció un mundo diferente. Mucho movimiento, gente en la playa, de paseo. Un ambiente tremendo".

"La prueba fue un partido de entrenamiento en Los Fresnos. Me marcó Uribesalgo, un veterano, y no me dejó ni moverme. Pero Galarraga dijo que me quedaba. Le debo mucho, siempre le estaré agradecido. El encargado del taller me dijo que era una buena oportunidad y que allí siempre tendría un hueco".

"El Zarauz pedía 100.000 pesetas y al final fueron 50.000. Me dieron 75.000 pesetas de ficha y 5.250 de sueldo. Si jugaba quince partidos, 25.000 más. Me adelantaron 10.000 pesetas para mis gastos. El segundo año, 100.000 pesetas más otros 25.000 si jugaba quince partidos".

"El Sporting se portó muy bien conmigo porque, a diferencia de otros equipos, me valoró desde el primer momento. Yo también me comporté siempre bien con el club porque se lo merecía. El Sporting me deslumbró. Sus directivos daban importancia a lo que otros no se lo daban".

"En septiembre me cedieron al Ensidesa. El entrenador, Avendaño, no me ponía hasta que al delantero centro, Colunga, lo sancionaron con 21 partidos. Avendaño me probó y salió bien porque me gustaba jugar ahí. El Sporting no andaba fino y Galarraga me recuperó. Debuté contra Osasuna de extremo derecho. Jugar jugué poco, pero corrí como un loco. Ganamos 3-0 y marqué el tercero. Esa semana traspasaron a Amengual al Sevilla. Cogí el puesto de extremo izquierdo y jugué todos los partidos hasta final de temporada".

"En Gijón encontré un cambio de mentalidad, gente muy abierta. Los vascos somos más cerrados. Aquí, en seguida te decían: vamos, guaje. Yo no era de mucho salir, pero tenías ambiente todos los días. Encima ahorraba del sueldo porque me invitaban en muchos sitios".

"Al año siguiente, con Carriega, debutó Quini. Teníamos a Castro de portero, a Echevarría, a Alonso, Puente, José Manuel, Herrero I, Fabián, Lavandera, Marañón. Poco a poco se fue formando el equipo que subió en 1970. En la delantera, Herrero II, Quini, Paquito, Valdés y yo. Fue una campaña impresionante y subimos faltando cinco partidos".

Sin explicación

"Cuando vino Enzo Ferrero pasé a jugar de extremo derecho. Me fastidió, sobre todo porque el entrenador, Pasieguito, no me dio explicaciones. Me quejé en la prensa y a Pasieguito le molestó. Creo que merecía una explicación porque llevaba muchos años como titular y había sido internacional. Qué menos que hablar".

"Cuando ascendimos, con 21 años, me quiso fichar el Madrid. Hubo negociaciones, pagaban 25 millones, pero Méndez Cuervo dijo que no traspasaba a los importantes. No protesté. Nunca fui al club a presionar. Jugar en un equipo como el Madrid era una gran oportunidad, pero estaba ensimismado con mi equipo. En el Sporting fui un futbolista muy mimado".

"Tampoco forcé para ir al Athletic. En 1976 descendimos y el club necesitaba dinero para empezar Mareo. Me gustaba el Athletic, había hablado con Iríbar. Koldo Aguirre me quería, y eso que estaba Chechu Rojo de extremo izquierdo, indiscutible. Pagaron 52 millones, más la cesión del Chato Núñez. Con la mitad compraron los terrenos de Mareo. Hubo una asamblea extraordinaria de socios para aprobar el traspaso".

"En el Athletic me duplicaban la ficha, pero estuve a punto de volver a Gijón porque me regateaban dinero. Tiempo después supe que tenían dudas por un problema que me encontraron en la rodilla".

"La primera temporada fue fantástica. Metí 14 goles en la Liga, dos en la UEFA y otros dos en la Copa. Debuté de extremo derecho en el Bernabéu, ganamos 2-3 y metí un gol. Perdimos la final de la UEFA frente a la Juventus. Y la de Copa del Rey contra el Betis por penaltis. Fue una temporada de locura, la gente estaba encantada".

"A partir del segundo partido, Koldo me puso de interior izquierdo. En Bilbao dicen que Chechu Rojo nunca jugó tan bien como ese año conmigo. Éramos un espectáculo".

"En la segunda temporada empecé a tener lesiones musculares, con recaídas. Me pasé bastante tiempo sin jugar. En 1980 asumí que me tenía que marchar. Me quiso fichar Miera para el Espanyol, pero preferí el Hércules porque estaba Koldo Aguirre. La primera temporada en Alicante me fue muy bien, jugué casi todos los partidos y marqué once goles. En la Segunda me lesioné, descendimos a Segunda y me dieron la baja".

Un iluminado

"Con 32 años me fui al Lorca, en Segunda B. Me marché a los tres meses por problemas con el entrenador, Moreno Manzaneque, un iluminado del fútbol. Me vio un día cenando con mi mujer y me llamó la atención. Me quitó de la convocatoria y dijo que tenía que entrenar aparte. Fui a ver a la presidenta, que además era su mujer, y le pedí la baja".

"Me fui a vivir a Bilbao. Saqué el título nacional y entrené a equipos juveniles de la zona. Después me fui a vivir a Chiclana. Entrené al Chiclana, al Portuense, con el que ascendimos a Segunda B, Algeciras y Cádiz B. Como entrenador era muy vehemente. Si veía cosas raras de las directiva, me marchaba o me destituían. Sólo disfruté con el Portuense porque teníamos un gran equipo y subimos".

"Durante un tiempo me dediqué a la construcción. Nos fuimos a vivir a Chiclana porque mi mujer, María Ángeles, tenía allí a una hermana. Son hijas de Calleja, el primer profesional que fichó el Sporting".

Sariego, la tranquilidad

"No eché de menos el fútbol. Los domingos mi mujer siempre estaba pendiente qué cara traía después de los partidos. Sin fútbol vivo más tranquilo. Hace ocho años nos vinimos a vivir a Sariego. En Chiclana los veranos se hacían duros por el calor".

"Buscábamos algo tranquilo y a María Ángeles no le gusta mucho la costa. Estamos contentos, pero ahora nos planteamos ir a vivir cerca de algún hijo. Mi mujer no conduce y no hay buenas combinaciones para el transporte".

"Veo mucho fútbol en casa. Sobre todo los partidos del Sporting y el Athletic. A El Molinón no voy porque no me gusta cómo lo han llevado desde que es sociedad anónima. Pedí a más de un presidente entrenar a un equipo en Mareo. Me hubiese gustado trabajar con los chavales en un club bien organizado. Alguna vez me dieron largas, otras dijeron que no había hueco para mí".

"Todo esto me duele muchísimo. Es un menosprecio, un ninguneo. Herminio Menéndez llegó a comentarlo con José Fernández y le contestó que quién era Churruca, que como yo hay muchos. No se puede ningunear así a un futbolista que hizo historia en el Sporting. Pero no quiero ni hablar de ello. Ya estoy jubilado. Tengo mi carné de exjugador, pero hace mucho que no veo al Sporting en El Molinón".

"Me dedico a cuidar el jardín de mi casa y a andar. Hay buenos senderos en Sariego".

"El fútbol me ha dado una vida larga, unas relaciones, amigos, unas posibilidades de vida diferente. El primer piso lo compré por 450.000 pesetas en el año 70. Y yo ya ganaba 250.000".

"De los jugadores actuales me encanta Messi. Vi a Di Stéfano por televisión, en los escaparates de las tiendas de electrodomésticas. También a Pelé, Cruyff y Maradona. Cada uno en su época fue el mejor. Con más dificultad los de antes porque a los defensas se les permitía mucho más".

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