Así se acaba con una mala racha. Haciendo un partido serio, defendiendo con garra e inteligencia, aferrándote a tú público para superar los altibajos de un choque intenso, en el que al final sobresalió un gigantesco Oliver Arteaga. Los carbayones mostraron ayer su mejor cara, la de un equipo competitivo, con talento en ataque y con mucho físico para hacérselo pasar mal a los contrarios, sobre todo cuando intentan penetrar y jugar debajo de los aros. Un Oviedo que jugando así puede llegar muy lejos esta temporada.

El Unión Financiera saltó al parqué con la energía que requería un partido de tanta importancia. Lo era por el rival, el Valladolid, uno de los que forman parte del pelotón perseguidor del equipo ovetense, y también porque el equipo regresaba a casa después de dos derrotas seguidas a domicilio. También era un día muy emotivo por varias razones: Carles Marco cumplía cien partidos como entrenador de los carbayones, el capitán Víctor Pérez quería regalarle a su hijo recién nacido una victoria y, encima, un amigo, Miquel Salvó, venía de visita. El MVP de la Copa Princesa que ganó el Oviedo el año pasado y el entrenador de las tres últimas temporadas se llevaron una merecida ovación. Y Víctor Pérez dejó claro desde el primer instante cuáles eran sus intenciones.

Nada más comenzar, el sevillano se echó, una vez más, el equipo a la espalda. Más allá de los tres triples que anotó en el primer cuarto están sus dos asistencias y la energía que dio a sus compañeros. La velocidad y el criterio con que movieron el balón fue otra de las cosas que hicieron bien los locales en los diez primeros minutos. Y defender con garra, metiendo manos, presionando la salida del balón del rival. Se notaba al equipo con chispa.

El segundo cuarto se mantuvo el guion, con un Oviedo que llevaba la iniciativa pero que no conseguía despegarse de su rival. Ellos se aferraban a los chispazos de Gantt y Sergio de la Fuente.

En la segunda parte las cosas cambiaron bastante, con un Valladolid que se acercaba cada cez más en el marcador. Pero ahí emergió de forma definitiva un Arteaga descomunal. El canario fue un auténtico titán. El trabajo que realizó el fue espectacular. Colaboró en la faceta reboteadora con un renqueante Barro y se trabajó cada canasta con el oficio y el talento del que es uno de los mejores de la categoría en su posición. En defensa fue una pesadilla para los pivots rivales. Que un jugador con tantos kilómetros a las espaldas se dejé la piel como ayer lo hizo Arteaga es digno de todos los elogios.

Lo necesitaba el equipo local para superar a un Valladolid que tiene mucho talento en sus filas, jugadores con muchos puntos, sobre todo desde el perímetro. El trabajo, con gente como Geks dando el do de pecho en ataque y en defensa, tuvo su premio y el partido se rompió a cinco minutos del final con una canasta precisamente de Oliver Arteaga (67-57). Pumarín, vestido para la ocasión, pudo celebrar el Carnaval por todo lo alto.