Para empezar es bueno que corra el aire y que, después de 29 años, Ángel María Villar ya no sea el presidente de la Federación Española de Fútbol. Después, y con las reservas lógicas ante cualquier novedad, la música de Luis Rubiales suena bien. El exdirigente de la AFE anuncia transparencia, fiscalización y buen gobierno durante su mandato, que pasará su primera prueba en 2020. A la espera de medidas de calado, Rubiales ha empezado por decisiones lógicas que acercan a la Liga española a otras donde se respeta la tradición, empezando por la Premier League: ayer estuvo en el Camp Nou para entregar a Andrés Iniesta el título de campeón de Liga y prometió que la próxima temporada, si se da el caso, habrá tantas réplicas como sean necesarias para que el ganador no tenga que esperar hasta agosto para levantar su trofeo. También se muestra partidario de aligerar el calendario con eliminatorias a partido único de la Copa del Rey, al menos hasta cuartos de final. La destitución fulminante de Sánchez Arminio debería ser solamente el primer paso para convertir el Comité de Árbitros en un órgano más independiente, que no alimente sospechas de servir a oscuros intereses. Y, aunque hayan sido determinantes en su elección, sería conveniente acabar con los privilegios de ciertas territoriales para que se acabe el clima que presidió la "era Villar".
