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El Esva, sin esperanza salmonera

Ginés González, ex guarda mayor, asegura que el furtivismo está mermando las posibilidades de recuperación: "La especie desaparecerá", concluye

Ginés Armando González, en el puente que pasa sobre el río Esva en Trevías. A. M. SERRANO

Cuando el valdesano Ginés Armando González se empezó a fijar en el río Esva, a los salmones se les llamaba 'truchones'. Han pasado muchas décadas desde aquella época en la que en esta zona de Asturias, Valdés, apenas se conocía las posibilidades de esta especie. Ahora, ese vecino de Pescaredo está jubilado. Antes fue guarda del río Esva, guarda mayor y coordinador de tres ríos salmoneros del Occidente: Eo, Navia y Esva. Cuando recuerda lo que vivió, "siento pena". "Ya no puedes llevar a tus amigos a pescar porque donde había cientos de salones, tenemos media docena y con suerte", dice.

Desde que él se involucró profesionalmente en el río Esva, han sido muchos los estudiosos que se han hecho en este cauce asturiano. Ninguno ha sido determinante.

Ginés Armando González reconoce que son muchos los factores y las circunstancias que afectan a la riqueza salmonera del Esva (en constante descenso), pero habla con especial intensidad de uno: el furtivismo. "Se debería vigilar la desembocadura del río y también por la noche, casi sin descanso, como se hacía antes", dice. Está convencido de que los pescadores ilegales campan a sus anchas por un cauce "poco vigilado" y que hoy por hoy, no es ni la sombra de lo que fue. "El salmón desaparecerá", dice con aplomo. "Hace falta que actuemos ya", señala. De hecho, se muestra partidario de la veda de tres años que valora el Principado, pero lanza un dardo a la administración. "Si no nos dejan intervenir, no podemos apoyar la veda. Si se hace, tiene que existir compromiso por parte del pescador, que debe trabajar para que nadie pesque", dice. Ginés Armando también cree que la contaminación y la falta de intervención en el río está asociado a su decadencia. Antaño "era habitual que los vecinos sacaran del río los áridos". Hoy, las políticas lo prohiben, "como prohiben retirar parte del ramaje de los árboles para que pase la luz", explica. "Y sin luz", añade, "no hay vida posible".

Tampoco habrá salvación para el Esva si no hay unión entre los pescadores. Dice que el ribereño que paga por los cotos y precinta su pesca sólo echa a tierra el 10 por ciento de los salmones. "Es decir, el pescador es la persona que cuida el río, que mira para él, que lo mantiene vivo", señala.

El experimentado pescador empezó su trabajo como guarda cuando tenía 38 años. "Ya era viejo", apunta sonriente. Lo que se valoró entonces fue su gran experiencia como pescador y un conocimiento del Esva del que pocos podían presumir. Por eso añade un factor más a tener en cuenta cuando se habla de la progresiva desaparición del salmón: la presencia del cormorán. "Cuando vi uno grande por primera vez, hará cuarenta años, pregunté qué ave era aquella", dice. "Siempre vi al común, pero no al que tenemos ahora y es otra especie más para alimentarse de salmones; igual pasa con las nutrias", explica.

Dice este valdesano que la falta de miradas hacia el río afecta a su riqueza". En Trevías, hace años era habitual que la gente mirase al río desde el puente. Ayer, González se detuvo un momento en este tramo de la vía que une la parte alta con la baja de Trevías para admirar el paso de las aguas dulces. "Sólo veo una trucha, antes había bancos", señala.

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