Las bolsas comenzaban el segundo trimestre del año con mucho brío. El sector bancario lideraba las ganancias -subía un 7,5% en la jornada del martes y la del miércoles- empujando a los índices a los primeros niveles de resistencia y alejándolos casi un 10% de los mínimos del año. La percepción de menor riesgo de quiebra en el sector bancario tras el éxito en las operaciones de «rescate» del banco de inversión americano Bear Stearns y del banco suizo UBS provocaba un cierre de cortos, es decir, una recompra de las acciones de un sector que estaba altamente infraponderado en las carteras. UBS anunciaba una ampliación de capital por 8.000 millones de euros, después de anunciar una nueva amortización de activos de crédito en el balance por importe de 12.000 millones de euros, que le generarían unas pérdidas en el primer trimestre de 7.600 millones de euros. La nueva amortización se suma a los 12.000 millones que ya amortizó con cargo a los resultados del año 2007 y que obligó a la compañía a ampliar capital por 7.000 millones de euros. La noticia fue recogida con mucho entusiasmo -las acciones subían más de un 10%- ante la idea de que el banco limpiaba definitivamente el balance y que con la inyección del capital comenzaba una nueva etapa con un ratio de capital suficiente para mantener el crecimiento de la franquicia. La sensación de que habíamos tocado fondo en materia de pérdidas por amortización de activos de crédito llevaba al sector a anotarse las mayores subidas de los índices, extendiendo su optimismo al otro lado del Atlántico. Las ganancias en el sector se intensificaban con el anuncio de ampliación de capital de Lehman, el cuarto mayor banco de inversión americano, que también se encontraba en el ojo del huracán tras la crisis de Bear Stearns. Lehman conseguía levantar 4.000 millones de dólares de los accionistas frente a los 3.000 millones de dólares que tenía previsto inicialmente. Lehman subía un 17%, el índice americano de financieros subía un 7,5%. llevando al SP500 a subir un 3,59%. Los datos macro, el ISM manufacturero se publicaba mejor de lo esperado, 48,6 frente al 47,5 esperado, aunque por debajo de 50, lo que indica que sigue en terreno recesivo, pero en menor medida de lo que el mercado esperaba, contribuyendo a la euforia que se instalaba en la jornada. El miércoles Bernanke, en su testimonio ante el Congreso, parecía echar un jarro de agua fría en el comienzo de su discurso cuando acuñaba el término recesión en relación al estado actual de la economía americana. Sin embargo, a lo largo del discurso la percepción de que lo peor lo habíamos dejado atrás y que la recuperación no tardaría en llegar iba en aumento. Las palabras apuntaban a que el final de la bajada de tipos estaba llegando a su fin y que el siguiente objetivo para combatir será la inflación. Sus palabras dieron estabilidad al mercado de renta variable, mientras que en renta fija provocó un descenso de los precios y un incremento de las rentabilidades, hasta el 3,6% en 10 años el americano y el 3,98% el Bund alemán. Los cierres de mercado americano fueron estables. En Europa los índices cerraban con alzas que por segundo día consecutivo eran capitaneadas por los bancos, cuyo índice sectorial subía un 2,48%. Después de dos jornadas de alzas los inversores aplicaban la lógica antes del importante dato de desempleo que se publicaba el viernes por la tarde y optaban por tomar beneficios de forma moderada el jueves. En Wall Street si bien los índices cerraron prácticamente planos, no hay que dejar escapar la subida tan importante que se anotaba el sector semiconductores, +2,57%, gracias a la publicación de resultados del fabricante de chips Micron. La duda que se planteaban los inversores en las dos últimas jornadas de la semana es si el sector bancario seguirá empujando a las bolsas ante la percepción de que lo peor de la crisis de crédito ha quedado atrás.

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