El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, mostró ayer su disposición a llegar a acuerdos con los sindicatos y los empresarios, pero previno también de que su Gobierno está determinado a llevar adelante las grandes reformas pendientes -pensiones, negociación colectiva, energía...- haya o no entendimiento con los agentes sociales. Zapatero formuló ese aviso al presentar el llamado «Informe económico del presidente del Gobierno», un documento elaborado por la Moncloa donde se augura que, gracias a las reformas, la economía española crecerá durante el período 2011-2015 a un promedio de entre el 2 y el 2,5%.

Zapatero instauró hace cuatro años la presentación de su informe económico como un acto al que generalmente es citada la élite del mundo económico español. Buena parte de los principales directivos empresariales acudieron a Moncloa a escuchar al Presidente. No lo hicieron, en cambio, los líderes de CC OO y UGT, a pesar de que el Gobierno ha recompuesto últimamente la relación con las direcciones sindicales para negociar la reforma de las pensiones.

Con las elecciones autonómicas a la vista (22 de mayo) y a la vez apremiado por las nuevas presiones y dudas sobre España en los mercados financieros, Rodríguez Zapatero combinó en su discurso la invitación al diálogo y el compromiso de impulsar cambios de alcance en asuntos como las pensiones o el mercado laboral. «En todos ellos intentaremos (...) el acuerdo entre y con los interlocutores sociales. En la medida en que son los llamados principalmente a aplicar las reformas en estos terrenos, lo mejor es una reforma compartida», señaló. Pero añadió a renglón seguido: «Frente a ello, lo peor es la no reforma por principio y, por tanto, la parálisis de la negociación o la falta de acuerdo insuperable. Y como esto es lo peor, el Gobierno cumplirá sus propios compromisos».

Zapatero se ve a sí mismo y a su equipo embarcados en «uno de los procesos de modernización económica más importantes de todo el período democrático». Los modelos a seguir, expuso, son Alemania y Suecia, países que tempranamente -durante la década de los 90 en el caso sueco y unos años más tarde en el alemán- impulsaron grandes reformas económicas. «Es una tarea que otros países europeos ya abordaron para afrontar sus propios problemas de crecimiento y que ahora les ha permitido sortear mejor la crisis», dijo el Presidente.

Zapatero reafirmó los compromisos que formuló en los últimos meses de tensiones y ataques contra España y contra el euro en los mercados: «La ley de la reforma laboral será completada en los próximos meses conforme al calendario anunciado»; «vamos a hacer efectiva la reforma del sistema de pensiones»; «los datos disponibles de ejecución presupuestaria permiten anticipar que en 2010 se cumplirán con holgura las previsiones de déficit público del Gobierno»; «estamos desarrollando según los pasos previstos la reforma del sistema financiero».

El Presidente aireó una estimación del impacto que tendrán esas y otras reformas en el porvenir económico del país: «Aunque en esta fase de recuperación la creación de empleo nos está costando tiempo, estoy convencido de que el amplio conjunto de reformas que estamos ejecutando contribuirán a acercar el crecimiento económico de nuestro país a su nivel potencial, hasta situarse en el entorno del 2-2,5% en el promedio del período 2011-2015». Tal pronóstico supone que, de cumplirse, España crecerá a ritmos menos intensos que los anteriores a la crisis, por debajo del promedio anual cercano al 3,5% que, propulsado por el auge constructor, exhibió el país entre 2000 y 2007.

«Este proceso de reformas, movido por el propósito de convertirnos en un país más competitivo (...) deberá prolongarse después de superar definitivamente la crisis», concluyó Rodríguez Zapatero.