Eletrobras, compañía eléctrica controlada por el Estado brasileño, ha reafirmado su interés por tomar una participación en Energías de Portugal (EDP), grupo propietario de la asturiana Hidrocantábrico. El presidente de Eletrobras, Carvalho Neto, señaló estos días, durante un encuentro con inversores, que la compañía aspira a entrar en el capital y el llamado consejo supervisor de EDP, el sanedrín donde están representados los accionistas que forman parte del núcleo duro de la compañía, controlado de momento por el Estado luso. En ese consejo participa Cajastur, que posee el 5% de EDP desde los acuerdos que en 2004 dieron a la compañía portuguesa el control de Hidrocantábrico.

El control de EDP, presidida por António Mexia, corresponde a la Administración, titular del 25% del capital social. Tal hegemonía se sustenta además sobre mecanismos de blindaje y sobre el entendimiento con varios accionistas minoritarios. Entre ellos, Cajastur, el grupo José de Mello (uno de los mayores conglomerados empresariales de Portugal), el Banco Comercial Portugués (BCP) y la petrolera argelina Sonatrach.

Pero ese «statu quo» se verá alterado por la obligación de Lisboa de privatizar su participación en EDP, mandato impuesto por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) durante la negociación del rescate financiero portugués. Ya antes Portugal tanteó a Eletrobras para entrar en el capital de EDP, adquiriendo una participación que podría llegar al 10 por ciento. Fue una maniobra que en ámbitos energéticos se interpretó como un movimiento táctico para incorporar accionistas amigos de la Administración lusa ante la ya entonces presumible privatización de una compañía estratégica para Portugal.