Atenas / Bruselas / Madrid

La propuesta de Yorgos Papandreu, primer ministro y líder del socialismo griego, de someter a referéndum entre los ciudadanos helenos las condiciones del nuevo rescate financiero de su país desencadenó ayer el pánico en las bolsas -la mayoría de ellas cayó más del 4%- e hizo que Italia y, en menor medida, España se acercaran en el mercado de deuda pública a los niveles de tensión que señalan el borde del abismo, el punto en el que antes otros países (la propia Grecia, Irlanda y Portugal) tuvieron que recibir el auxilio de sus socios en el euro.

El movimiento de Papandreu ha abierto una gran vía de agua en la estrategia recién aprobada por Europa para contener los problemas de deuda soberana y ha hecho además que la crisis económica y financiera de Europa desemboque en un problema político de inciertas consecuencias. Los demás gobiernos de la UE y las instituciones comunitarias temen que la consulta al pueblo griego, hastiado de recortes y al borde del estallido social, detenga el rescate y conduzca el país a una quiebra descontrolada y quizás a su salida del euro, con contagios catastróficos para el conjunto de la región monetaria.

El nuevo episodio de la tragedia griega arrancó ya el lunes en Atenas, con los mercados financieros europeos ya cerrados. Papandreu anunció en una reunión de parlamentarios del PASOK su intención de someter a referéndum las condiciones del segundo rescate griego, pactado en sus aspectos generales en la cumbre de líderes europeos del pasado 26 de octubre y que implica, a cambio de nuevos ajustes y sacrificios para los griegos, una quita del 50% de la deuda griega, aceptada por los bancos acreedores tras una ardua negociación, y la concesión de nuevos préstamos por valor de 110.000 millones de euros. Tales términos forman una pieza esencial del todo que compone la estrategia europea para detener la crisis de deuda soberana y que incluye también una recapitalización de la gran banca y el refuerzo del fondo de rescate.

Los inversores ya tenían dudas sobre la consistencia del plan europeo, así que la idea de que su eficacia quede a expensas de lo que los griegos puedan votar en enero -fecha prevista por Papandreu, si es que sigue adelante con el referéndum- terminó por disparar la incertidumbre. La relación de impactos en los mercados financieros se resume en los siguientes puntos:

l Las bolsas. Los inversores huyeron en desbandada, sobre todo de los valores financieros, e hicieron que las bolsas se desplomaran: Madrid cedió un 4,19%; París perdió el 5,4%; Fráncfort, el 5%, y Milán, el 6,8%. La de Atenas se hundió (8%). La menor exposición de la banca española a la deuda griega -pese a ser el sector al que se ha exigido mayor esfuerzo de recapitalización- aligeró los daños del Ibex-35.

Los bancos franceses y alemanes, grandes acreedores de Grecia, sufrieron fortísimas pérdidas. Algunos ejemplos: en Francia, BNP Paribas retrocedió un 13% y Société Générale, el 16%; en Alemania, Commerzbank cedió un 9,6% y Deutsche Bank, casi un 9%. Los españoles Santander y BBVA cerraron la sesión con caídas del 4,76% y del 3,99%, respectivamente.

El sector financiero europeo es un candidato seguro al contagio en el supuesto de que el problema griego acabe en una quiebra descontrolada. De ahí que el Instituto Internacional de Finanzas, que agrupa a las principales entidades bancarias del mundo, intentara enviar un mensaje de tranquilidad y reafirmara su apoyo al acuerdo europeo que implica para los bancos acreedores acceder a condonar el 50% de la deuda griega que poseen. Mejor eso que el caos.

l La deuda. España y, sobremanera, Italia resultaron severamente penalizados en el mercado secundario de deuda soberana. La prima de riesgo (indicador de confianza que refleja el interés extra que piden los inversores por comprar bonos de un país) cerró la jornada en 377 puntos básicos, 27 por encima del nivel del lunes. En algunos momentos llegó a superar los 380. Un resultado inquietante, pero aún lejano de los niveles de alerta máxima (por encima de 400 puntos) que se alcanzaron el pasado agosto.

Italia sobrepasó ampliamente esos niveles de alarma. A pesar de que el Banco Central Europeo (BCE) -en el debut del italiano Mario Draghi como presidente- intervino de nuevo comprando deuda pública de los países periféricos para contener la tensión, la prima de riesgo italiana llegó a 453 puntos. El país, con una deuda pública equivalente al 120% de su producto interior bruto (PIB), ha pasado a suponer la primera y principal amenaza para el euro en caso de agravamiento de la crisis de deuda soberana.

La prima de riesgo italiana ha rebasado el nivel (450) que en su día supuso el punto de no retorno para Portugal e Irlanda, al igual que Grecia rescatados por la acción conjunta de la UE y del Fondo Monetario Internacional (FMI). El nivel de los 450 puntos marca el límite a partir del cual se endurece el acceso de los bancos de un país a las llamadas cámaras de contrapartida, mercados donde las entidades obtienen liquidez a corto plazo en condiciones favorables utilizando como garantías bonos de deuda pública. Es una alternativa más barata que acudir al BCE y que se ha convertido en esencial para la financiación de la banca en aquellos países cuyas entidades tienen más dificultades para obtener recursos en otros mercados convencionales.