Oviedo,

Marián MARTÍNEZ

La división de Largos de Arcelor-Mittal en Veriña (Gijón) ya tiene un acuerdo que le permitirá no sólo su salvación, sino también la de la siderurgia asturiana. La dirección de la compañía en Asturias y los sindicatos pactaron ayer reducir la plantilla en el alambrón entre 45 y 50 personas, en función de la ejecución y resultados de las inversiones previstas, que rondarán los dos millones de euros. Se trataba del último escollo para alcanzar un pacto que, en definitiva, supondrá la reducción global de unos 150 empleos en las instalaciones gijonesas, además de una treintena adicional de la empresa auxiliar. A cambio, se invertirán unos 9 millones de euros en la acería, el carril y el alambrón para mejorar la calidad de la producción y la productividad de las instalaciones.

Mientras en Asturias se llegaba a un acuerdo para asegurar el futuro de la siderurgia, Arcelor-Mittal anunciaba el cierre del horno eléctrico y la colada continua de la planta luxemburguesa de Schinfflange, que también pertenece a la división de Largos y que en los últimos tres años ha acumulado pérdidas por un montante superior a 100 millones de euros. Se mantendrá la «producción limitada de productos especiales», dijo la compañía, lo que es tanto como anunciar un cierre progresivo.

La decisión es similar a la adoptada con la planta de Villaverde, en Madrid, cuya producción también estaba centrada en la construcción. El cierre de la planta luxemburguesa afectará a 282 trabajadores, que serán recolocados en otras instalaciones de la compañía o a los que se les buscará trabajo en otras empresas según la legislación laboral de Luxemburgo.

El comunicado emitido por la compañía para justificar este cierre arranca explicando que la decisión se adopta debido «a la continua debilidad del mercado de la construcción en Europa occidental y ante la ausencia de cualquier signo de recuperación definitiva». Es la misma razón que esgrimió para cerrar las históricas instalaciones de Lieja (Bélgica) y después las de Madrid.

Se da la circunstancia de que Michel Wurth, director general de Arcelor-Mittal y máximo responsable de Largos en el mundo, es luxemburgués y presidente de la Cámara de Comercio de Luxemburgo. En un comunicado aseguró que este país, en el que además está la sede de la multinacional, es fundamental para el grupo y que mantiene su apuesta y su compromiso por las instalaciones que tiene en él, pero la situación obliga a adoptar la decisión de «parar durante tiempo indefinido».

Las amenazas y el ultimátum lanzado por la dirección de la compañía en Asturias se sustentaba en las pérdidas económicas de la división de Largos en Gijón, que además registra los ratios más bajos de productividad en comparación con otras plantas de la multinacional. Incluso se llegó a advertir de que la reparación del horno alto B y la construcción de las nuevas baterías de coque de Gijón permanecerán en «stand by» hasta que los resultados fueran positivos. Pero si en el verano no se conseguían los resultados exigidos, se pararía la acería. Con efecto dominó, tras ella pararía uno de los hornos altos y en cadena el resto de instalaciones siderúrgicas.

Los sindicatos mostraron su disposición a pactar desde el primer momento, pero con la condición de que la compañía presentara un plan industrial con inversiones para asegurar el futuro de las instalaciones gijonesas y, por extensión, de la siderurgia asturiana.

Las amenazas de Luxemburgo llegaron incluso con fecha de caducidad: a mediados de marzo quería un principio de acuerdo con los sindicatos para empezar a tomar medidas este mismo mes. Si no era posible, la empresa actuaría. De hecho, trasladó a Asturias, con cargo de director ejecutivo de Largos, al ingeniero José Alberto Gutiérrez Marcos, de origen asturiano pero criado en Sudáfrica y máximo responsable de la planta de Newcastle Works en aquel país. Él será quien gestione el plan de viabilidad de las instalaciones gijonesas, que se empezará a aplicar este mes y finalizará en 2013.

La dirección de la compañía y los sindicatos continuaban reunidos ayer al cierre de esta edición, negociando los flecos de una negociación que, pese a su complejidad, batió todos los récord de agilidad. La salida del personal se hará de forma escalonada, desde este mes hasta diciembre de 2013 y en función del avance de las inversiones. Una parte de los trabajadores saldrán mediante prejubilaciones y el resto serán trasladados en función de las medidas de «máxima flexibilidad» pactadas. En el caso de las auxiliares, el impacto será mínimo ya que los afectados pasarán a la prejubilación cuando alcancen la edad.