«Si el IVA lo pagaran más quienes lo tienen que pagar, no habría que subirlo tanto», dijo Cristóbal Montoro en un curso de la Universidad Complutense. Con lo cual apuntó a que el verdadero responsable de la subida no será el gobierno que tomará la medida, sino el señor que nos pregunta con desparpajo: «¿con IVA o sin IVA?».

La de Montoro es una reflexión muy certera, que en el mismo espacio académico podría haber formulado un catedrático, un profesor, un doctorando, un estudiante, un tertuliano, un bedel, un paseante o el que descongela bocadillos en la cafetería. Pero no un miembro del gobierno. Porque a un miembro del gobierno que afirma tal cosa cabe responderle: «¿Nos lo dices o nos lo cuentas?»

De un miembro del gobierno no cabe esperar que nos advierta sobre la existencia de un extenso fraude en el cobro del IVA, porque eso lo sabemos todos. Es una de las pocas certezas compartidas por todos los súbditos de este reino endeudado y deficitario. Que si todos pagáramos tocaría a menos a cada uno (excepto a los que no pagan) también es cosa sabida. Y de idéntica universalidad goza el axioma que reza: «tonto el último».

Lo que el ministro debería decirnos es de qué forma piensa acabar con el fraude. Qué medidas va a adoptar al respecto. A qué inspecciones y a qué sanciones se van a enfrentar quienes nos pregunten por el «con o sin». Cuándo empieza la campaña, de qué medios se va a dotar y qué objetivos se propone cubrir. Cuánto dinero va a emerger de lo oculto a lo visible, de lo opaco a lo transparente, de lo sumergido a lo iluminado.

Y cuántos votos está dispuesto a perder con esta campaña necesaria para el bien común. Porque meterse con el albañil, el lampista o el electricista que cobra sin IVA es meterse con personas que sus amigos, vecinos, proveedores y clientes, en general, consideran buena gente. Y si alguno de ellos cierra el negocio tras una inspección, van a culpar al gobierno. Pero el ministro sabe que este país no saldrá adelante mientras defraudar el IVA sea algo tan corriente como respirar. O sea, que si el gobierno ha de quemarse, se quema.

Pero Montoro no habló de esto en la Complutense, sino de subir los tipos. Cuando ello suceda, la culpa va a ser nuestra, por pagar en negro. Y de la Merkel, que se empeña en que seamos serios y disciplinados, vaya capricho. Del gobierno seguro que no va a ser culpa, faltaría más.