José Luis SALINAS

Juan José Almagro (Úbeda, Jaén, 1968) está convencido de que una empresa es mucho más que una sociedad sólo preocupada por engordar sus cuentas de resultados. Es vicepresidente del comité español de Unicef, consejero de Mapfre -compañía de la que fue director general-, presidente de la Asociación Española de Directivos de Responsabilidad Social (Dirse) y doctor cum laude en Ciencias del Trabajo, además de firme defensor de que el compromiso con su entorno deber formar parte del ADN de las compañías españolas. Almagro impartió una conferencia en Oviedo organizada por el Club de Calidad.

-Usted habla de que se está produciendo un renacer de la responsabilidad social corporativa. ¿A qué se refiere?

-Es una época en la que las ilusiones básicas se han agotado, y en la que es necesario encarar la vida social y económica desde diferentes y nuevos ideales. En este sentido, cuando hablamos de responsabilidad social estamos hablando de compromiso. Cuando una empresa, una persona o una institución tienen poder también tienen responsabilidad, y en el mundo actual las grandes compañías tienen mucho poder y, por lo tanto, tienen mucha responsabilidad que debe ser exigida.

-¿Esa estrategia se ha integrado en las empresas?

-Por su puesto. Cuando hablamos de esto, hablamos de intangibles que, como los tangibles, forman parte del balance de una empresa. En el fondo, hoy la responsabilidad social es una estrategia. No es sólo una forma diferente de dirigir la empresa. Es compromiso solidario, diálogo, participación, abrir la mano a todos los sectores en los que la empresa actúa y, a partir de ahí, ser capaces de recibir las peticiones de los ciudadanos y dar respuesta a sus demandas.

-¿Y la gran empresa apuesta por esto?

-Lo hace. Pero muchos desconfían de la gran empresa. Tendríamos que ser capaces de insistir en que la pequeña y las medianas compañías son el principio del futuro cuando hablamos de responsabilidad social. Sobre todo, porque los ciudadanos han depositado mucha confianza sobre las pymes, por su cercanía. Y ya no hablo de transparencia, que es obligada. El dar cuentas es una obligación que tenemos los humanos cuando ocupamos cargos de responsabilidad. La confianza es transmitir, a través del ejemplo, que somos portadores de valores, que el futuro tiene que pasar por el esfuerzo, por el trabajo, por el diálogo, y eso lo ejemplifican las pymes.

-¿Cómo ha afectado la crisis a la responsabilidad social de las empresas?

-La crisis ralentizó un movimiento pro responsabilidad social que había hace siete u ocho años. Y ahora la gente se ha dado cuenta de que es la estrategia adecuada para hacer un mundo mejor, mejores instituciones y mejores personas y más formadas.

-¿La situación económica ha venido acompañada de un cambio de valores?

-Hay valores que son eternos. como el trabajo, el esfuerzo y la decencia. Con la responsabilidad social deberíamos luchar por el bien común, que no es más que satisfacer las necesidades humanas.

-¿Y cómo casa con el objetivo de las empresas de engordar sus beneficios?

-Una empresa tiene que ser capaz de obtener resultados, porque sin ellos no se puede generar empleo, pero tiene que ser innovadora, competitiva y darle algo más a la gente que trabaja en ella, a sus clientes, a sus colaboradores, a la opinión pública, al lugar donde está implantada... La UE dice que la responsabilidad social se mide por sus impactos en la sociedad. Las empresas deberían estar más atentas a esto, porque ya no son sólo capital y trabajo.

-¿Es ético, entonces, que los sueldos de los directivos suban y los de los trabajadores bajen, según algunas estadísticas?

-Claro que no. Lo que no podemos es hacer que la desigualdad se instale en el seno de la empresa. La desigualdad es el talón de Aquiles de la economía moderna y puede conseguir que sólo haya ricos y pobres en el futuro, y no una clase media con aspiraciones. Los sueldos deben ser justos, equitativos, equilibrados, con sentido común y no podemos tolerar las diferencias. Deberíamos hablar más de esto.

-¿Y por qué no se abordan?

-Deberíamos ser capaces de aquilatar esas diferencias. Porque responsabilidad social es también luchar contra el subempleo y por un trabajo y salario dignos, porque eso es compromiso y las empresas están obligadas a buscarlo.

-¿La desigualdad sigue creciendo?

-Deberíamos ser capaces de ponernos de acuerdo para que disminuya poco a poco.

-¿Devaluar los salarios era la medida correcta contra la crisis?

-Está claro que no, y no lo digo yo solo. Las políticas de ajuste no han resultado tan efectivas como parece. El ser humano está dispuesto a aceptar ajustes y hacer sacrificios, pero también come y cena todos los días y tiene hijos a los que tiene que pagar el colegio y, de vez en cuando, quiere tomarse una cerveza o ir al cine.

-¿Y qué pasará con toda esa gente que se está quedando excluida del sistema?

-Hay que empezar a hablar de una responsabilidad social exigible: empresas, instituciones, organizaciones y personas deberíamos formar un frente común contra la desigualdad para crecer, mejorar como sociedad y tener un desarrollo económico más acorde. No podemos seguir insistiendo en que el dinero sea el fin de todas las cosas. El dinero es un mero instrumento y como tal deberíamos considerarlo. Sólo desde la educación los hombres nos hacemos más sabios, más demócratas y mejores profesionales. Debería ser desde la educación desde donde se lidere el cambio.

-¿Cómo está la empresa española?

-Creciendo. En España hay un tejido empresarial interesante.

-¿Faltan líderes?

-Faltan en todas partes. Un buen líder no es el que más manda, es el que marca el camino y logra que los demás lo sigan. Pero antes que líderes faltan ideales. Deberíamos convencernos de que el ideal está en nosotros mismos. Los seres humanos deberíamos ser capaces de luchar por el conjunto y buscar a los líderes que nos lleven hasta ahí.

-¿Hay poca cultura empresarial en España?

-El problema es que hemos llegado tarde. España es un país que se desarrolló con el turismo y el ladrillo. Tendríamos que empezar a protagonizar un cambio hacia lugares que no tengan que ver con algo tan etéreo como la construcción. Lo de sol, playa, monumentos es un bien que atesoramos, pero debemos hacer otras cosas y desde la Universidad, el conocimiento y la razón es desde donde deberíamos de avanzar.

-Las empresas se quejan de que falta conexión entre la Universidad y la empresa.

-Hay un divorcio, pero que es muy fácil de solucionar. Si todos estamos de acuerdo en que eso es necesario, pongámonos de acuerdo.

-¿La clase política española ha fracasado?

-Los políticos tienen que dar respuesta a la demanda de los ciudadanos, y cuando no lo hacen, efectivamente, se fracasa.