El Banco Central Europeo (BCE) revisó ayer una décima a la baja las previsiones de crecimiento en la zona euro para este año, hasta el 1,4%, y dos décimas las de la inflación, hasta el 0,1%. El presidente del BCE, Mario Draghi, apuntó que han aumentado los riesgos para el crecimiento de la zona del euro por la ralentización de las economías emergentes, principalmente China, y por las turbulencias que genera en la economía mundial.

Draghi explicó que el consejo de gobierno del BCE está dispuesto y preparado para actuar en caso necesario, utilizando todos los instrumentos de política monetaria disponibles. Destacó que la inflación en la zona del euro se mantuvo en agosto en el 0,2% interanual, como en julio, y añadió que la entidad monetaria comprará deuda pública y privada por valor mensual de 60.000 millones de euros hasta finales de septiembre de 2016 y, en definitiva, hasta que suba la inflación a casi el 2%. "No se discutió ninguna modificación, aún no estamos ahí", apostilló el banquero italiano. La caída del precio del petróleo es el mayor riesgo para la inflación pero Draghi consideró que "se trata de efectos transitorios".

La previsión del BCE en junio pasado era un crecimiento económico de la eurozona del 1,5 % para este año y ahora baja una décima. Para 2016 la previsión es del 1,7 % (frente al 1,9% previsto en junio) y en 2017 el 1,8 % (frente al 2 % de junio). El personal de la entidad prevé ahora que la inflación de la zona del euro se situará en 2016 en el 1,1 % (1,5 % pronosticado en junio) y en 2017 en el 1,7 % (1,8 % pronosticado en junio).

El BCE decidió ayer dejar inalterada su tasa de interés rectora en el mínimo histórico del 0,05 % para impulsar la inflación y la actividad económica.