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Empresas, política y movimiento patronal católico

Creador de tres compañías y consejero de una veintena, aunó dos de las tradiciones capitalistas de la gran burguesía asturiana

Empresas, política y movimiento patronal católico

Martín González del Valle Herrero, barón de Grado (Oviedo, 1918; Madrid, 2015), formó parte, por herencia y por talante inversor y gestor, de la más alta extracción de la burguesía industrial y financiera asturiana durante la segunda mitad del siglo XX y, como fue común en el grueso de ella desde fines del XIX, proyectó su influencia en Madrid y mantuvo residencias a una y otra vertientes de la Cordillera. Fue además un protagonista relevante en el sector eléctrico, al que estaban vinculadas sus familias paterna y materna desde 1899 (Sociedad Eléctrica Ovetense, Saltos de Agua de Somiedo, Compañía Popular Ovetense y finalmente Hidroeléctrica del Cantábrico) y que reforzó con su matrimonio en 1995 en Sotosalbos (Segovia) con Macarena Chávarri de la Mora, descendiente a su vez de los Maura y los Gamazo, todas ellas dinastías con intereses en la industria de la energía.

Su implicación en la banca (fue accionista del Banco Herrero, fundado por su abuelo materno, y miembro de su consejo entre 1992 y 1995) y la pertenencia a una veintena de consejos de administración de grandes empresas lo encuadraron en la élite de la aristocracia española de los negocios. Fue consejero, entre otras sociedades, de Duro Felguera (entre 1973 y 1994), SIA Santa Bárbara, Urbanizadora Parque Bobadilla, Siberex, Compañía Eléctrica de Langreo, Ferrocarril Vasco-Asturiano, Compañía Auxiliar de Obras (Caosa), el fabricante ferroviario CAF, Compair Ibérica, Canzler Ibérica, Fundiciones de Calidad (Metacal), Schering España, Compañía Ibérica de Reaseguros, Cinzano, Librería de Ferrocarriles, Cellphan Española, Comsip Automación y otras.

Esta dimensión capitalista le venía de sus antecesores, en los que convergieron dos de las grandes fuerzas impulsoras del desarrollo industrial y capitalista asturiano desde el siglo XIX: las dinastía foráneas enriquecidas en Asturias con el comercio, la banca y la industria (caso de su bisabuelo y abuelo maternos, los banqueros Ignacio Herrero Buj y Policarpo Herrero Vázquez) y las familias asturianas que gestaron grandes acumulaciones de capital en América. Su bisabuelo paterno, Anselmo González del Valle Roces, oriundo de San Claudio (Oviedo), prosperó en Cuba, donde multiplicó su fortuna mediante su matrimonio con la heredera asturiana de la fábrica de tabacos Cabañas y Carvajal. El matrimonio dio origen a una dinastía que retornó a Asturias, afincó en Grado, Oviedo y Madrid, veraneó en Ribadesella, cultivó las artes y la política, y participó en el desarrollo urbano de la capital asturiana y en el impulso industrial de la región, involucrándose en compañías hidroeléctricas, sidero-metalúrgicas (SIA Santa Bárbara), de explosivos (Santa Bárbara, de Lugones), mineras (Carbones La Piquera), agroalimentarias (La Azucarera de Villalegre), ferroviarias (Vasco-Asturiano y Económicos) y otras.

El matrimonio de Martín González del Valle Fernández-Miranda, segundo marqués de la Vega de Anzo, con Pilar Herrero Collantes, hermana, hija y nieta de los dueños del Banco Herrero y de la casa de banca antecesora, reforzó el protagonismo financiero, industrial y mercantil de la dinastía, y en particular de dos de los ocho hijos de la pareja: José María, tercer marqués de la Vega de Anzo y el ahora fallecido Martín, que heredó la baronía de Grado, concedida a su madre en 1919 por Alfonso XIII.

Tras sus estudios de Derecho en Madrid, Martín González del Valle hizo un curso en 1949 en la Universidad de Lovaina, de la que fue profesor su tío Anselmo González del Valle Fernández-Miranda. Su estancia en Lovaina fue decisiva en su involucración posterior en los movimientos patronales católicos y en el desarrollo de sus propias empresas a partir de los años 50 en España en alianza con socios belgas: fundó Química Ibérica (con patentes de la Unión Chimique Belge), Esindus (ingeniería especializada en refrigeración de centrales térmicas, refinerías y plantas siderúrgicas, constituida con el grupo Hamon Sobelco) y Socelec, fabricante de iluminarias para autovías en alianza con el grupo Schréder.

Su mayor protagonismo lo desarrolló sin embargo en Hidroeléctrica del Cantábrico (HC), de la que fue consejero desde 1952 (sucedió a su padre), vicepresidente ejecutivo desde 1967 y presidente entre el 1 de enero de 1987 y el 23 de abril de 1999, cargo en el que sucedió a su primo Ignacio Herrero Garralda, marqués de Aledo y presidente del Banco Herrero.

En HC, en cuyo consejo convivían con Cajastur, Masaveu, Tartiere, García-Conde, Alvargonzález, Goicorretea Sarri, Hernández Vaquero, Carceller y otras dinastías, los primos Herrero y González del Valle ejercieron el liderazgo con el respaldo de las acciones en poder de la familia y del banco de la dinastía.

Durante el mandato de González del Valle, que fue un respetado dirigente sectorial y presidente de la patronal eléctrica Unesa entre 1995 y1996, HC acrecentó su actividad, se diversificó (fundó Gas de Asturias -la actual Naturgas- y Telecable), participó en el rechazo al llamado Protocolo Eléctrico (el primer paso para la liberalización del sector, que el barón de Grado finalmente suscribió tras forzar algunas modificaciones), contribuyó -por la fortaleza y solvencia de la compañía, pese a su pequeño tamaño- a la reordenación del sector con la compra de activos en los años 80 a competidores en dificultades por 901,52 millones de euros, y defendió hasta 2001 su independencia en un contexto de grandes fusiones en el sector y frente a los intentos hostiles de control por Unión Fenosa en dos ocasiones: en1993 y en 2000.

La batalla contra Unión Fenosa en 1993 postergó su jubilación (se modificaron "exprofeso" los estatutos de HC) y la de 2000 lo situó en el bando antagónico al de su amigo Manuel Fraga, presidente entonces de la Xunta de Galicia y que respaldó a la eléctrica galaico-madrileña.

El barón de Grado, de ideología conservadora, fue demócrata-cristiano como su padre (quien también fue maurista) y seguidor de Gil-Robles, y combinó su admiración por Franco (con quien la familia estableció una relación en 1917 en Oviedo que nunca se quebró) con el monarquismo juanista. El barón combatió como voluntario en la Guerra Civil en el bando sublevado y fue testigo de la recluta de recursos por su padre en Salamanca y Lisboa para la causa franquista. Su amistad con Fraga la inició en 1969, tras la destitución del político gallego como ministro tras el Caso Matesa. El domicilio del barón en la calle de José Abascal, en Madrid, fue escenario de almuerzos y negociaciones para el nacimiento y sostén de lo que luego fue AP (actual PP): "El barón de Grado intervino en la formación de la gran derecha tras el franquismo", escribió Fraga en sus diarios. Su compromiso llegó más lejos en 1987, cuando accedió a la petición de Miguel Herrero de Miñón para "ordenar las finanzas del partido" si Herrero, que así lo desvela en sus "Memorias de estío", hubiese sido elegido sucesor de Fraga en vez de Antonio Hernández Mancha. La fractura de la derecha en Asturias, con el nacimiento de Foro en 2011, fue causa de una gran desazón para el barón, y así lo expresó en público y en presencia de Francisco Álvarez-Cascos.

González del Valle, de talante europeísta (fue miembro de la Liga Europea de Cooperación Económica), tuvo un protagonismo relevante en los movimientos patronales de inspiración católica que nacieron tras la Guerra Civil en España inspirados en el modelo belga que había conocido en Lovaina, aunque en ello también influyó el ejemplo del catolicismo social que en Asturias encarnó el sacerdote Maximilano Arboleya, a quien el padre del barón y su tío (el marqués de Aledo) habían confiado la dirección del periódico ovetense "El Carbayón". González del Valle, miembro de la Unión Internacional de Empresarios Cristianos y de su sección española (Acción Social Empresarial, que presidió), abanderó un modelo de paternalismo empresarial con el que preconizó el entendimiento de clase y el diálogo social.

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