El aumento de la producción fabril que Asturias registró el pasado año trajo consigo un incremento del 25% en las emisiones industriales de dióxido de carbono (CO2), gas causante del efecto invernadero, a su vez responsable del cambio climático. El funcionamiento de las térmicas de carbón y la alta actividad de las instalaciones siderúrgicas llevaron así la generación de CO2 a niveles previos a la crisis.
Asturias confirmó su condición de región española más intensiva en emisiones de dióxido de carbono, posición que se explica por la especialización industrial en el acero y en la energía. Las 27 plantas industriales sometidas a la disciplina del comercio de emisiones produjeron en un año 22,4 millones de toneladas de CO2, lo que equivale a 22 toneladas por habitante, el triple de la media habitual en España. Tal resultado supone un incremento de 4,5 millones de toneladas en relación a 2014. Y el total de emisiones fue el mayor desde 2007.
La explicación está sobre todo en las térmicas de carbón. La baja hidraulicidad (ausencia de lluvias que mermó las producciones hidroeléctricas) contribuyó a elevar la generación eléctrica con carbones, en su mayoría importados. Las emisiones de las centrales de Soto de Ribera (EDP) y Tineo (Gas Natural Fenosa) prácticamente se duplicaron. Las de Lada (Iberdrola) aumentaron el 38% y las de Aboño, la mayor central carbonera de Asturias, lo hicieron el 11%. Las eléctricas no disponen de derechos gratuitos de CO2, de modo que tienen que adquiridos en el mercado de emisiones. Sin embargo, el bajo precio de los bonos (la tonelada de CO2 cotiza ahora a cuatro euros) está favoreciendo la competitividad de las térmicas en el mercado eléctrico.
El de Arcelor fue el segundo centro fabril asturiano con más emisiones, por detrás de la térmica de Aboño. Generó 5,9 millones de toneladas de ese gas el pasado año, el 19% más que en 2014. Arcelor dispone de derechos gratuitos en cantidad suficiente para no tener que incurrir en sobrecostes.
