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El rastreador asturiano del aceite usado

La compañía ovetense Ucotrading compra cada mes 2.000 toneladas del residuo en América para suministrarlo a fábricas europeas de biodiésel

Luis Rodrigo, en la plaza del Carbayón en Oviedo. MIKI LÓPEZ

El ovetense Luis Rodrigo Poch dedica su día a día a buscar hasta la última gota de aceite vegetal usado para comprarlo antes de que alguien lo tire por el desagüe o se le adelante la competencia. La batida la hace más allá del Atlántico, en países como Chile, Perú, Argentina y desde hace poco también en México. Cada mes, la empresa que este joven emprendedor fundó hace tres años tras quedarse en el paro, Ucotrading, trae a Europa dos mil toneladas de este residuo. Su destino son las fábricas de biodiésel de Holanda, Alemania y, sobre todo, Portugal, donde el aceite es procesado y transformado en un combustible poco contaminante. Gota a gota, su compañía ha ido creciendo con mucha fuerza y este año cerrará con una facturación de diez millones, más del doble que en 2015.

Lo más difícil del negocio es encontrar a quién comprarle el aceite. "Este es un mercado que tiene mucha más demanda que oferta, y trabajamos con unos recursos que son limitados", asegura Luis Rodrigo. La clave es no cesar en el empeño y buscar por diferentes vías. "Utilizo todo tipo de tácticas: tiro de contactos, hago llamadas de teléfono o busco por las redes sociales; internet me ayuda mucho", explica. Y añade: "A través de Linkedin (una red orientada a empresas o buscadores de empleo), por ejemplo, me llegan mensajes de personas que me ha visto dando alguna charla y que está interesadas". Lo novedoso de su proyecto ha llamado la atención de varios foros europeos sobre energía y en los últimos meses ha protagonizado charlas sobre en qué consiste su trabajo. Otra de las claves es ser más rápido que sus competidores, ya que el mercado es limitado. En España tiene localizadas otras dos compañías que hacen un trabajo similar al suyo. "Es una pelea brutal y constante", asegura.

Ucotrading no tiene almacén donde depositar los residuos que compra, solo una pequeña oficina en el centro de Oviedo desde donde tres personas gestionan todos los movimientos de la mercancía. Ni una gota del aceite que comercializan llega a tocar el suelo del Principado.

De tratarlo se encargan lo que Rodrigo llama gestores de residuos que, en origen, se ocupan de recoger estos aceites directamente en restaurantes o incluso en casas particulares, filtrarlo para quitarle los restos de impurezas (harina, pan rallado o comida) y calentarlo para separar el agua. Así queda completamente limpio y listo para que puedan convertirlo en biodiesel a miles de kilómetros de distancia de donde se había utilizado.

Las ayudas públicas de la Unión Europea (UE) han ayudado al desarrollo del sector de fabricantes de biodiésel, que también tuvo su auge en España, hasta que las subvenciones se cerraron y se creó un impuesto especial sobre este combustible. "Eso acabó con todo, aunque al principio, por el año 2000, era una industria muy rentable", asegura el emprendedor ovetense. Repartidas por el país llegó a haber 65 fábricas de biodiésel, dos de ellas en Asturias. Ahora, explica, solo quedan funcionando 16 y ninguna está al cien por cien.

Mientras que en España se enterraba el sector, en el resto de Europa se ayudaba a que se levantara. Las autoridades de la UE decidieron hace unos años primar el uso de biodiésel que estuviera fabricado a partir de aceite usado. Se trata de una normativa que aún no ha llegado a España. "Es probable que aquí entre en vigor en 2018", apunta con resignación Rodrigo. Esta legislación, unida a que el protocolo de Kioto obliga a las petroleras a mezclar el gasóleo con biodiésel para hacerlo menos contaminante, ha ayudado a espolear esta industria que demanda cada mes millones de toneladas de residuos.

Aunque la apuesta es variable. El porcentaje de ese cóctel oscila de un país a otro. En España, en cada litro de gasóleo hay un 4,3% de biodiésel, pero la proporción aumenta considerablemente más allá de los Pirineos. En Francia es del 9%, y en el vecino Portugal llega al 7,5%. Es en terreno luso donde Ucotrading ha encontrado una gran demanda para el aceite que compra allá por las Américas. Casi el 80% de los residuos que recoge van directamente al puerto de Lisboa, para luego ser repartidos en alguna de las seis fábricas del país.

Sus esfuerzos comerciales van dando sus productos y cada mes la nómina de clientes suma nombres. La empresa ha doblado cada año la cantidad de aceite que mueve de un continente a otro y la facturación se incrementa al mismo ritmo. En breve, la compañía abrirá su primera oficina comercial fuera de Asturias, en Chile. "Quiero incrementar el portfolio de productos a usar porque, además del aceite usado, hay otros, como las grasas animales o los residuos del refino, que también valen para fabricar biodiésel", detalla. Además, tener presencia en el país andino le permitirá abarcar más clientes. "Tengo dos socios allí, y así me evito controlarlo todo desde aquí, porque ya tengo bastante volumen de trabajo", explica.

Tanto trabajo también está siendo reconocido. Su compañía ha sido nominada a los premios que convoca la agencia estadounidense Platt (especializada en elaborar índices energéticos como el de los barriles del petróleo) en la categoría de mejor empresa emergente. Es la única europea candidata al galardón, cuyos ganadores se darán a conocer en una gala el 9 de diciembre en el corazón de Wall Street. "He visto al resto de candidatos y muchas son 'start ups' brutales, la mayoría de Silicon Valley y con más de 50 trabajadores", señala. Pero va con muchas esperanzas.

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