El desplome del Banco Popular en Bolsa está llenando los bolsillos de los bajistas, de los inversores que ganan dinero con la caída del precio de una acción. Sus movimientos especulativos están contribuyendo, además, a empujar al valor hacia el precipicio.
Apostar a perdedor también puede dar mucho dinero. En las últimas semanas los fondos especulativos han ganado peso en el debilitado Popular y ya suman el 8,6% del capital, máximo histórico en la entidad bancaria y muy cerca de la cuota del primer titular de acciones, la sindicatura que domina el 9,6%. Hace sólo un mes los fondos especulativos controlaban el 6,3% del banco y en julio el 2,2%. El aumento ha sido espectacular y fondos de cobertura ("hedge fund") como el británico Marshall Wace o el estadounidense AQR Capital Management ya superan la barrera del 2% del capital. Estos fondos han tomado posiciones cortas sobre el Popular. Se trata de una operativa bursátil que consiste en la cesión de títulos a cambio de una rentabilidad. Los "hedge fund" toman prestadas acciones para venderlas en el mercado -acordando una fecha para la devolución al prestamista- con la premisa de que los títulos caerán en Bolsa durante ese tiempo y los recomprarán por menos dinero, ganándose la diferencia. Los que prestan los títulos cobran por hacerlo y también se llevan su parte.
En lo que va de año las acciones del Popular han caído más del 72% y han legado a situarse por debajo de los 0,8 euros, lo que ha engordado los beneficios de los bajistas y ha situado al banco bajo su foco, generando una peligrosa espiral. Incluso la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha abierto una investigación para determinar si los fondos que están operando "a corto" están cometiendo alguna irregularidad.
Un informe de Crédit Suisse difundido esta semana ha contribuido a echar más leña al fuego al situar el precio objetivo de la acción del Popular en 0,7 euros. Eso se traduce en más margen para los movimientos de los bajistas.
No hay tregua para el Popular, que está preparando la constitución de un "banco malo" para escindir los activos ligados al ladrillo (valorados en unos 6.000 millones de euros) y tiene en marcha un plan de recortes que incluye el cierre de 302 oficinas (de las que 195 ya están clausuradas) y la salida de 2.592 trabajadores. Y a todo ello se unen las tensiones en el consejo del banco. Los consejeros más críticos, liderados por el astur-mexicano Antonio del Valle -primer accionista privado del Popular y representado en el consejo por Jaime Ruiz Sacristán- están presionando para que haya un cambio en la presidencia de la entidad. Buscan sustituto para Ángel Ron. Incluso fuentes financieras destacan que la familia Del Valle podría ser la principal beneficiaria de esta situación de cara a adquirir el banco por poco dinero. En suma, un escenario de incertidumbre idílico para los bajistas.
