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Muere Sánchez Asiaín, el banquero que opó a la burguesía asturiana

El expresidente del Bilbao, que convulsionó el sector con el ataque a Banesto y la fusión con el Vizcaya, absorbió en 1970 al Banco Asturiano

José Ángel Sánchez Asiaín, en Oviedo, en 2005.

José Ángel Sánchez Asiaín, el banquero que convulsionó al sector financiero a fines de 1987 con la primera gran operación hostil de intento de adquisición entre los siete grandes bancos nacionales y que, con Pedro Toledo, inauguró en 1988 el ciclo de las magnas fusiones bancarias pactadas -que transformaron el sistema financiero español con la mayor concentración financiera hasta entonces realizada, y que se prolongó hasta 1999-, falleció el sábado a los 87 años, según se supo ayer.

Sánchez Asiaín (Baracaldo, 1929) fue el dirigente bancario que, en una operación sin precedente, y en su condición de presidente del entonces Banco Bilbao (BB), lanzó una oferta pública de adquisición (OPA) no negociada sobre el Banco Español de Crédito (Banesto), la más elitista y aristocrática de las entidades españolas y en cuyo consejo de administración tomaban asiento ocho influyentes dinastías de la burguesía industrial y financiera asturiana que constituían una de las fracciones más consolidadas del capitalismo regional.

El fracasado intento de anexión -que había contado con la anuencia y autorización previas del Banco de España, muy preocupado por los graves problemas de saneamiento, gerontocracia y pérdida de pulso que arrastraba Banesto- se produjo sobre una entidad con una gran presencia comercial en Asturias, que contaba entre sus accionariado con miles de pequeños ahorradores de la región por la histórica vinculación de la entidad con el Principado y que, en tanto que dueño o accionista de referencia de grandes compañías fabriles asturianas, era el segundo mayor empresario industrial de la comunidad tras el "holding" estatal INI.

La oferta de fusión que planteó el Banco de Bilbao a Banesto el 19 de noviembre de 1987 y la inmediata opa hostil, lanzada el día 30 tras el rechazo a la unión amistosa, resultaron fallidas pero sus efectos fueron sísmicos y cambiaron para siempre el mapa bancario español.

Las familias de Banesto, conmocionadas por un ataque inconcebible en un sector que se había desenvuelto hasta entonces en un régimen de oligopolio, se hicieron fuertes entronizando a Mario Conde en la presidencia. "La opa de Asiaín nos pilló tan de sorpresa, nos anonadó de tal manera, que no fuimos capaces de prever la dinámica de los acontecimientos", narró años más tarde Conde.

Los acontecimientos fueron una trepidante sucesión de fusiones y compras bancarias, que emprendió el propio Asiaín, tras un pacto amistoso con el Banco de Vizcaya (BV), presidido por Pedro Toledo, para forjar lo que fue el BBV, que pasó a ser el actual BBVA cuando en 1999 la entidad vasca se quedó con el banco público Argentaria.

La unión de los dos bancos vizcaínos (enconados rivales desde que el Vizcaya nació en 1901 para competir con el Bilbao, que databa de 1857) materializó la advertencia que le había hecho el ministro de Economía Carlos Solchaga a Pedro Toledo: "U opas o te opan".

El nacimiento del BBV supuso un cambio radical en la correlación de fuerzas y en el liderazgo de la modernidad bancaria y entrañó una alteración profunda del ranking sectorial español. A estas mutaciones replicó el resto del sector con una secuencia de operaciones corporativas a cual más gigantescas: el fracasado intento de fusión de Banesto y Banco Central, la posterior unión del Central y el Hispanoamericano, la crisis de Banesto y su control por el Santander, y la absorción por este banco cántabro del fusionado Central Hispano.

En el BBV los "bilbaos" (ejecutivos procedentes del BB) se hicieron con la hegemonía del poder interno en la fusión, y los "vizcayas", un equipo muy diestro y apreciado en la banca española, emprendieron la migración tras ser captados por diversos competidores. Este éxodo generó una ósmosis de modernización que se transmitió al conjunto del sector desde el foco irradiador del País Vasco, uno de los cuatro feudos bancarios históricos del país, junto con Asturias, Madrid y Cataluña.

Grandes ejecutivos bancarios, como Antonio Negre, Alfredo Sáenz, Ángel Corcóstegui y otros, a los que se recurrió para acometer los saneamientos de Banca Catalana, Banesto, Central Hispano y otras organizaciones, habían formado parte de la cúpula del Vizcaya. Cuando un decenio después sobrevino la crisis de algunas grandes cajas de ahorros y bancos de cajas, como CCM y Bankia, también se recurrió a la tradición bancaria vasca con la captación de antiguos ejecutivo del Banco Bilbao y Kutxa.

Sánchez Asiaín, economista por la Universidad de Deusto, fue director del Servicio de Estudios del Banco de Bilbao desde 1954, y director general adjunto desde 1966. Fue entonces cuando se planteó un profundo debate en el banco sobre el mantenimiento de las marcas de sus filiales regionales. Uno de ellos era el Banco Asturiano de Industria y Comercio, fundado en 1899 por José Tartiere Lenegre, quien aglutinó con este fin a otros prohombres de la burguesía asturiana. El Asturiano, que dominó bancos filiales en Andalucía, Valencia y Cartagena, dio entrada en su capital al Bilbao en 1929, dos años después de la muerte de Tartiere y coincidiendo con la eclosión de la Gran Depresión. El Bilbao, que amplió sus posiciones desde entonces en el Asturiano, optó por engullirlo (al igual que a los bancos de La Coruña, Castellano, Irún y Huesca) el mismo año en que Asiaín (1970) asumió la dirección general.

Sánchez Asiaín, que focalizó cada vez más el Bilbao hacia el modelo de banca comercial (fue el introductor en España en 1971 de las tarjetas de crédito mediante un acuerdo con Bank of America), emprendió una estrategia de venta de participaciones empresariales, incluidas las copiosas implicaciones industriales del Asturiano en ferrocarriles, navieras, fábricas de explosivos y empresas metalúrgicas y eléctricas de la comunidad. Esta operación la hizo como director general y ya en la presidencia del banco, entre 1974 y 1990. La última gran desinversión fue la venta a fines de los años 80 del 3% de Hidroeléctrica del Cantábrico, de la que el Asturiano fue cofundador.

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