Era una mañana tranquila, una mañana como cualquier otra en la sede central de la UGT de Asturias, hasta que todo cambió radicalmente poco antes de las nueve. Entonces, por sorpresa y para pasmo de los empleados, irrumpieron en el edificio de la calle ovetense del General Ordóñez una veintena de efectivos de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y de la Comandancia de Oviedo, acompañados de una secretaria del juzgado número cuatro de la ciudad, para iniciar un minucioso registro en busca de documentación sobre los cursos de formación de la organización que están siendo investigados desde hace más de un año. A esa hora, minutos arriba o abajo, se practicaban en la región seis detenciones relacionadas con este caso, entre ellas la del exsecretario general de la UGT, Justo Rodríguez Braga. Estallaba la jornada más negra de la historia reciente del sindicato.

"Se presentaron de repente, armados, un montón de guardias civiles. Impresionante. Nadie se atrevía a moverse". La frase resume la impresión y la tensión vivida por los que estaban en la zona de recepción del edificio cuando entraron los agentes. Como sería que hubo hasta quien se escondió en el baño para hablar por teléfono con los periodistas: "Aquí no van a encontrar nada porque nadie se quedó con dinero, pero acojona". "Si van a detener a un yihadista no la arman tan gorda", terció otro empleado.

Mientras los investigadores de la UCO ponían "patas arriba" las dos plantas superiores, en las que se encuentran los departamentos relacionados con la formación en el sindicato, el amplio despliegue policial llamaba poderosamente la atención de quienes pasaban por delante de la Casa Sindical. Entre ocho y diez guardias custodiaron su entrada principal durante las siete horas de registro, con dos vehículos todoterreno del Instituto Armado aparcados permanentemente delante del edificio. En los bares de los alrededores no se hablaba de otra cosa.

A la una y media, cuando aún seguía el registro, el secretario general de la UGT, Javier Fernández Lanero, comparecía ante los medios en el salón de actos de la intervenida sede. Los periodistas, acompañados por un empleado del sindicato, accedieron al edificio por una puerta lateral y a través del aparcamiento, para que no captasen ningún detalle de la operación que todavía estaba en marcha. El ambiente previo era de funeral, aunque las palabras de Lanero, arrancaron una fuerte ovación por parte de los cargos que le arroparon con consignas a favor de la UGT. "Que se vayan a la calle Génova, a la sede del PP, que allí está la Gürtell", gritó un dirigente.

Mientras, en la calle, un solitario jubilado vociferaba contra la cúpula de la UGT, relacionando las detenciones de ayer con el caso de José Ángel Fernández Villa y reclamando, de paso, las dimisiones del presidente del Principado, Javier Fernández, y de su predecesor, el también socialista Vicente Álvarez Areces. "Fartones, que coméis mariscu con el dinero de los cursos de los rapazos" vociferó este indignado, que ya se había marchado cuando, a las cuatro de la tarde, terminaba el registro y regresaba la calma a la sede ugetista tras una mañana negra para el sindicato.