La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El dron coge altura en Asturias

Aumenta el número de empresas del Principado que se dedican a trabajar con aeronaves no tripuladas a pesar de las duras limitaciones legales

Por la izquierda, Omar Meshaines, Gonzalo Román y Fernando Llano, con el vehículo no tripulado que han fabricado. IRMA COLLÍN

El negocio de los drones va cogiendo vuelo en Asturias a pesar de las exigentes medidas de seguridad que les impiden, por ejemplo, volar en zonas urbanas o hacerlo por las noches. Cada vez más compañías se suman a un sector en el que la demanda de sus servicios, especialmente por parte de la industria y la agricultura, aumenta. El presidente de la patronal del sector en Asturias (Dronast), Pelayo Álvarez-Valle, asegura que el ascenso está siendo más lento y limitado de lo que se podría esperar debido a que la actual legislación pone mucho celo en el control de estos aparatos. Según sus cuentas, en el Principado funcionan 51 compañías de drones, aunque, asegura, hay muchos más que hacen trabajos de forma pirata.

Cada mes, la propia asociación pone dos o tres denuncias por vuelos en zonas donde está prohibido. Las sanciones de Fomento son contundentes y pueden llegar hasta los 60.000 euros. "Te arruina el negocio", asegura Álvarez-Valle. El Gobierno central ya prepara cambios legislativos para hacer algo más flexibles las normas, sin embargo, el líder de la asociación asturiana sostiene que la espera puede ser larga ya que se estima que estas modificaciones no puedan estar aprobadas hasta, por lo menos, 2019.

Mientras eso llega, las empresas asturianas de drones buscan acomodo en el sector industrial. Vuelox, por ejemplo, que acaba de ser adquirida por la también asturiana General de Alquiler de Maquinaria (GAM), ha hecho bastantes trabajos para el sector energético con el objetivo de inspeccionar los aerogeneradores para intentar detectar posibles patologías. La misma técnica, asegura el fundador de la compañía, Marcelino Artime, se usa para acceder a infraestructuras de difícil acceso o para comprobar el estado del interior de grandes chimeneas industriales.

El objetivo de GAM con esta adquisición -la nueva compañía pasará a llamarse Aerón- es el de contar con drones en alquiler en los almacenes que tiene repartidos por España. Otra de las intenciones es crear una escuela de pilotos en la que dar formación a futuros conductores de estas pequeñas aeronaves, explicó Jorge Arias, responsable de producto de la empresa que ha surgido de esta unión.

Otros que están explorando los cielos son Dronorte, que tiene una fábrica de drones en una nave de Granda, en Siero. Uno de sus últimos trabajos consistió en tirar un cable entre dos tendidos de alta tensión en un terreno muy escarpado, cruzado por un río, en el concejo de Parres. El objetivo de su aeronave no tripulada era la de llevar la fibra óptica hasta un pequeño negocio turístico que se acababa de abrir en la zona.

"Terminator"

Pero uno de los proyectos que más trabajo les está dando durante los últimos años no va por el aire, sino a ras de suelo. La empresa está fabricando, en colaboración con otras dos grandes firmas del metal asentadas en la región, y gracias a un programa de ayudas de la Fundación CDTI, un vehículo terrestre no tripulado. Se trata de una especie de 4x4 al que los jóvenes ingenieros de la firma han bautizado como "Terminator" porque, bromeando, aseguran que lo mismo lleva un lanzallamas que una manguera. Una de las primeras misiones del vehículo, asegura Fernando Llano, fundador de Dronorte, será la de moverse por un vasto terreno donde está previsto instalar un gigantesco parque de energía solar. Su función será la de marcar cuál es el mejor sitio para poder instalar las futuras placas. Probablemente, viaje enseguida a Latinoamérica para llevar a cabo este trabajo. Aunque puede hacer otros muchos, como "pintar las señales viales en una carretera o, incluso, apagar fuegos", apunta Llano.

Pese a todos estos avances, lo que aún se tardará en ver serán los drones llevando paquetes por las ciudades como anuncian algunos gigantes de la distribución, como la norteamericana Amazon, algo que los propios profesionales de este sector aseguran que es bastante peligroso. "Eso es sólo una estrategia de marketing", dice Pelayo Álvarez-Valle.

Compartir el artículo

stats