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Un sector propenso a la concentración en pocas empresas y a "la captura del regulador"

El eléctrico es un sector intensivo en capital. Su actividad requiere cíclicamente grandes inversiones y, por ello, una musculatura financiera que exige dimensión, vital también para acceder en mejores condiciones a los suministros y obtener otras economías de escala. Es uno de los rasgos que explican la tendencia a la concentración del negocio en pocas empresas, algo que tiene como efecto secundario, en un modelo liberalizado, la limitación de la competencia y el riesgo, a menudo denunciado en España, de prácticas oligopolísticas. Terreno abonado por lo que los economistas llaman la "baja elasticidad" de la demanda: la luz es un bien esencial e insustituible; por ello, la demanda apenas se mueve aunque los precios suban. Los fallos del mercado y el carácter estratégico de la energía explican la intensa intervención de los poderes públicos mediante la regulación, de forma que el eléctrico es un sector muy pegado al BOE, algo que explica también la propensión de las empresas a contar con antiguos altos cargos y políticos en sus órganos de administración. Lo que los anglosajones llaman "la captura del regulador" y que en España se ha bautizado como "puertas giratorias".

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