Bernardo Calleja Fernández no ha dejado de subir en la multinacional de los ascensores y las escaleras mecánicas Otis. Nacido en Ribadesella, se crió en Gijón, ciudad en la que estudió y vivió hasta que acabó la carrera de ingeniero industrial. En 1989 comenzó a trabajar en la fábrica de Zardoya Otis de San Sebastián, en la que llegó a ser director, y también ha sido delegado de la compañía en Barcelona y director de Servicios e Instalaciones en Otis Italia. Actualmente es consejero delegado de Zardoya Otis, la filial española, y presidente de Otis Elevator en el sur de Europa. Su último regreso a Asturias fue para recoger, en el Paraninfo de la Universidad de Oviedo, el "Premio Ingeniero del Año 2017" en la categoría "Gran Trayectoria Profesional", una distinción impulsada por la Escuela Politécnica de Ingeniería, Sacyr Fluor y la Fundación Caja Rural de Asturias.
-¿Qué supone para usted ser "Ingeniero del año" en su tierra?
-Estoy muy contento y fue una sorpresa. Para mí, es un reconocimiento a todas las personas que me han ayudado en mi carrera profesional y también para todos los ingenieros asturianos que llevan años desarrollando su vida profesional fuera de nuestra tierra.
-Asturias es una cantera de ingenieros muy valorados fuera de la región
-La Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón ha conseguido un alto nivel de reconocimiento, el trabajo de la Escuela para fomentar la colaboración y cooperación con las empresas es fundamental. En mi opinión, la escuela realiza una buena labor de promoción de sus alumnos.
-Usted pertenece a una generación de ingenieros asturianos que, debido a la reconversión industrial, ha tenido que desarrollar su actividad fuera.
-Recuerdo que recibíamos ofertas de empresas de envergadura con sede fuera de la región y muchas veces de fuera de España, por lo que las probabilidades de salir eran altas. En mi caso, quería trabajar en una compañía de ámbito internacional y conocer otros países.
-¿Qué nuevos retos afronta la profesión y qué competencias se necesitan para afrontarlos?
-La ingeniería tiene un marcado carácter tecnológico y, si siempre ha sido una carrera con amplio horizonte, hoy en día lo es incluso más. El conocimiento de idiomas, la capacidad para trabajar en equipo, la movilidad geográfica y la flexibilidad para adaptarse a nuevas organizaciones y formas de trabajo son otras competencias imprescindibles.
-¿Cambia el papel del ingeniero en el nueva industria 4.0?
-Industria 4.0 significa muchas cosas: medios de diseño y de producción interconectados, control de fabricación en remoto, series de fabricación muy flexibles, lotes muy pequeños, mantenimiento predictivo? Y en todo ello los ingenieros tienen un gran papel que es desarrollar nuevas tecnologías y nuevas aplicaciones que hagan posible esa nueva industria.
-A nivel mundial la población sigue concentrándose en ciudades y se construyen edificios cada vez más altos. Parece el mejor escenario para la industria global del ascensor.
-Aunque es España no lo percibamos, porque ya hemos vivido esa situación, el movimiento del campo hacia las ciudades es muy fuerte en muchas zonas del mundo como China, India, Sudamérica, el continente africano? y está provocando el desplazamiento de millones de personas. La única forma de absorber y organizar esta población es el crecimiento en vertical de las ciudades y en este contexto los ascensores juegan un papel fundamental. Es importante reconocer que el desarrollo vertical permite ofrecer servicios básicos como educación, sanidad y transporte de una forma más eficaz gracias a la concentración de la población y, además, permite el ahorro de tierra cultivable que es un bien escaso.
-¿La sostenibilidad es uno de los principales retos de la industria de los elevadores?
-La sostenibilidad y la eficiencia energética son dos de los pilares de Zardoya Otis. En la actualidad, los productos que ofrecemos al mercado son muy eficientes y han sido diseñados para obtener procesos de fabricación limpios.
-¿Por ejemplo?
-Tenemos ascensores que funcionan con una potencia 15 veces menor a la que era necesaria hace 10 años. Nuestro último modelo funciona con corriente monofásica y 500W de potencia, inferior a lo que precisa un microondas o un secador de pelo. También disponemos de un ascensor solar que funciona completamente independiente de la red eléctrica y del que ya tenemos varias unidades instaladas en el Sur de Europa.
-También se innova en el mantenimiento de los ascensores, ¿utilizan el análisis de datos, el big data?
-Instalamos sensores en puntos críticos del ascensor para obtener datos de su funcionamiento. El análisis de esos datos nos permite encontrar patrones de comportamiento para, por ejemplo, reconocer y predecir averías. De esta forma se consigue un mantenimiento preventivo mucho más eficaz disminuyendo el número de incidencias. El análisis de estos datos nos permite también mejorar los nuevos modelos.
-¿Desde cuándo lo hacen?
-En mi compañía, comenzamos un programa de monitorización remota en 1995 y hoy en día somos capaces de utilizar esta tecnología en aproximadamente 80.000 de los ascensores que tenemos instalados en España. La crisis inmobiliaria ha frenado la inversión en nuevos equipos, la renovación y modernización del parque de ascensores obsoletos tecnológicamente es todavía lenta.
-Desde la lejanía, ¿cómo ve la industria asturiana y su futuro?
-El mundo cada vez es más global. Salir al exterior, ganar reputación, dar visibilidad a la actividad que realizan las empresas asturianas y gestionar el talento de la región es fundamental para continuar adelante. Es necesario aprovechar el potencial de la universidad tanto a nivel formativo como investigador y profundizar en la relación universidad- empresa. Estamos en un momento donde el dominio de la tecnología es un elemento clave para la supervivencia empresarial.
