El anuncio de Iberdrola el pasado noviembre de la solicitud de cierre para sus centrales térmicas de carbón de Lada y Velilla, además de una perfecta operación de marketing empresarial, con la zafia coartada de su apuesta por una mayor sostenibilidad medioambiental, ha puesto encima de la mesa una cuestión trascendental durante los próximos años en Asturias.

Es la denominada "transición energética", concepto surgido del Acuerdo de París de diciembre de 2015 que tiene como elemento clave la reducción para el año 2050 de las emisiones de CO2 a la atmósfera.

Para ello cada país suscriptor del acuerdo debe elaborar las "contribuciones previstas determinadas a nivel nacional, que en España se planificarán y regularán dentro de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que debe de estar aprobada para el año 2020.

Encontramos pues una cuestión clave: la transición energética no debería de quedar en manos de arrebatos falsamente ecologistas de compañías como Iberdrola, si no que ha de ser un programa elaborado por y desde el Estado para cumplir los compromisos suscritos.

El Estado, como garante de los intereses de la generalidad de sus ciudadanos, no puede ni debe de considerar ningún proceso que no contemple el mismo grado de equidad para todos los afectados.

Permítanme que en Asturias algunos dudemos mucho del grado de justicia que como región se nos puede aplicar.

Porque en nuestra región aparecen implicados en el plano industrial los tres elementos afectados: productores de materia prima (carbón nacional), generadores de electricidad (centrales térmicas) y los consumidores de la misma (gran industria electrointensiva).

El impacto en Asturias dependiendo de cómo se lleven a cabo las políticas de transición energética conmocionará al conjunto del tejido económico y social con un grado de intensidad que no tiene comparación con ninguna otra parte de España.

Por eso sorprende la ligereza de términos cómo "necesidad de asumir lo inevitable", "ventana de oportunidad que se abre" y similares.

Y vemos que se repiten tics del pasado reciente, mencionando ya el concepto de "compensaciones".

Llueve sobre mojado para territorios como las cuencas mineras asturianas, que pueden servir como paradigma de que la justicia, en determinadas transiciones, no es igual para todos.

Desde CC OO de Industria de Asturias planteamos que debe forjarse y generarse una alianza social para que nuestros intereses como región formen parte del interés general y no como víctimas o damnificados.

A quienes plantean que esto es una oportunidad hay que hacerles una simple pregunta: ¿para quién y cuando?.

A todos los que se convierten en los apóstoles del "Hay que.."preguntémosles: ¿Cómo?.

¿Cual es la alternativa real para los 2.000 empleos del sector de la minería en Asturias?.

¿Cómo se sustituyen los 1.200 puestos de trabajo de las Térmicas asturianas?.

¿De donde salen los 10.000 cotizantes a la Seguridad Social vinculados a las empresas electrointensivas (Arcelor, Alcoa y Azsa entre otras), que se pondrán en jaque por el incremento del coste de la energía?.

¿Algún iluso piensa que al sector de referencia en nuestra región, el metalúrgico y metalmecánico no le afectará todo esto?.

En este sentido, desde CC OO de Industria hacemos una exigencia a las fuerzas políticas: no caben tacticismos ni ambigüedades como a los que estamos asistiendo en los últimos meses. Sobran posturas que mas parecen propias de sucursales o franquiciados políticos.

Es absolutamente obligatorio que se legisle en esta materia mediante una acción de Estado en todo el amplio sentido de la palabra: garantía de futuro para el mineral autóctono, marco regulador para las centrales térmicas de carbón por encima de los intereses empresariales y política energética que dote de precios competitivos a la industria.

Contraponer la obligada necesidad de un marco legislativo para el carbón nacional que permita su pervivencia para justificar posturas respecto al marco regulador para el cierre de las centrales térmicas de carbón es, venga por la derecha o por la izquierda, una falacia ante los trabajadores y los asturianos.

Desde nuestra organización sindical lo hemos dicho de forma clara: compartimos en este aspecto la visión global que se tiene desde el actual Gobierno Regional de una situación que es y será compleja y complicada y así se lo hemos trasladado.

Miren si algunos somos modestos: nos bastaría un pacto asturiano en estas cuestiones, que seguramente nos daría mas fuerza para ese pacto nacional al que a veces se apela en lo que más bien parece un ejercicio de escapismo retórico.

No podemos renunciar a nada porque no nos ofrecen ninguna alternativa.

Nuestra minería autóctona es para Asturias fundamental.

Nuestras centrales térmicas son algo de lo que no podemos prescindir.

Y nuestra industria, en su conjunto, no puede ser puesta en jaque por debates retórico- filosóficos que ninguna solución aportan.

Por eso desde CC OO seguiremos defendiendo como alternativa irrenunciable el futuro de nuestros puestos de trabajo.

No dejemos que nos vendan a los asturianos y asturianas el humo que dicen querer dejar de emitir.