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Análisis

Asturias en los pactos poselectorales

Lo único seguro el 20-D es que no habrá mayorías absolutas y que ello llevará a que la negociación sea protagonista, aunque será difícil que se extienda al Principado

Asturias en los pactos poselectorales

Si algo se puede asegurar de lo que va a pasar en las elecciones generales del próximo 20 de diciembre en España es que ningún partido va a lograr la mayoría absoluta. Sobre lo demás, sobre quién va a ganar o sobre el partido que quedará por delante o por detrás, todo es posible. No habrá un triunfador claro, el que más posibilidades tiene de ser el más votado es el Partido Popular. Al menos eso es lo que prevé la práctica totalidad de las encuestas electorales. Unas, como la del CIS, con gran distancia en relación al resto de las fuerzas políticas; pero otras, por un muy escaso margen de votos con respecto al PSOE y también a Ciudadanos. Incluso en algunos sondeos se habla de empate técnico entre estos tres partidos.

Y si no hay mayoría absoluta para nadie y, además, lo que se vaticina es un Parlamento muy fragmentado, está claro que quien aspire a gobernar el país lo tendrá que hacer desde la humildad y con una enorme capacidad de negociación, como nunca antes sucedió en España, exceptuando los años de la Transición. Después de tan complicada época, tanto el PSOE como el PP o bien ejercieron el poder con mayorías absolutas o, en todo caso, lo hicieron con amplio respaldo parlamentario, que acababa siendo suficiente simplemente logrando el apoyo de los partidos nacionalistas. Esta vez no, esta vez populares y socialistas (si es que uno de los dos gana el 20-D) tendrán que esforzarse sobremanera y cambiar el chip para lograr formar gobierno.

Las combinaciones de posibles negociaciones son múltiples, pero la que más suena es la que tiene como protagonistas al PP y Ciudadanos. De acuerdo con la macroencuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas, entre estos dos partidos contarían con parlamentarios suficientes para investir al próximo presidente del Ejecutivo. Hasta ahora, el partido de Albert Rivera siempre ha facilitado la gobernación a la formación más votada. Lo ha hecho con el PP en la Comunidad de Madrid, pero también con el PSOE en Andalucía. Eso sí, nunca siendo la segunda fuerza más votada.

Por lo tanto, y sobre todo si quedara por detrás del PSOE en los comicios, nada hace pensar que Rivera no mantenga este principio de actuación que tan buenos réditos le ha dado hasta el momento: permitir la investidura del candidato del partido más votado, es decir, de Rajoy. ¿Y si Ciudadanos quedara segundo dentro de dos semanas, adelantando al PSOE? En ese caso no sería descartable que el partido naranja elevara sus exigencias y hasta, quién sabe, inclusive propusiera al PP un nombre distinto al de Rajoy como candidato a presidir el Ejecutivo.

Dicen ahora los populares que temen una posible entente del PSOE, Ciudadanos y Podemos, un tripartito para reemplazarlos en el Gobierno (al modo del Ayuntamiento de Oviedo). Evidentemente, es otra de las posibles opciones que se barajan. Para ello, el socialista Pedro Sánchez ya ha dicho que tendría que ganar las elecciones. Y eso sí, luego tener mucha, pero que mucha mano izquierda.

¿Y cómo influirán los resultados nacionales en la política asturiana? ¿Es posible que cambie la correlación de fuerzas? Por ejemplo, ¿cabría la posibilidad de que Podemos, de pactar Pablo Iglesias con Pedro Sánchez, hiciera algo similar en el Principado? Pues casi se podría asegurar que no. ¿Y el PP?, ¿va a modificar su estrategia en la región de acuerdo con lo que pase el 20-D? Tampoco parece probable. Y más con la debilidad, cada día más constatable, del Gobierno autonómico socialista. O mucho cambian las cosas en lo que queda de campaña o la soledad del presidente asturiano, Javier Fernández, más que disminuir se acrecentará tras las generales. Y eso si es que Pedro Sánchez lograr mantener, más o menos, el tipo.

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