El primer gran error que se comete al analizar los resultados electorales es decir: esto es lo que han decidido los españoles, algo totalmente falso. La gente ha depositado su voto con la intención de que ganaran los suyos y de que sacaran el máximo número de diputados y el panorama electoral nada tiene que ver con la voluntad individual de las personas. No existe, por tanto, ningún ente metafísico, los españoles, que haya decidido nada.

No voy a repetir aquí todos los datos, lo que dicen sesudos analistas y sale en los editoriales, porque de eso ya está suficientemente informado el ciudadano: solo apuntar algunas cosas que se están soslayando y cómo pienso que va a evolucionar la situación política, aunque soy consciente de que hacer ejercicios de futurología con una fragmentación del Parlamento tan grande y con los líderes políticos que tenemos es muy arriesgado.

El Partido Popular ha perdido 3.615.163 votos, pero ha bajado en nada menos que 63 escaños. El otro partido de la derecha, Ciudadanos, ha obtenido 3.500.446 votos, es decir, casi los que pierde el PP, pero solo ha conseguido 40 escaños. Es decir, la fragmentación del voto de la derecha, que desde la ultraderecha al centro-derecha votaba como una piña al PP, ha penalizado en nada menos que 20 escaños al partido de Rajoy. No ha sucedido lo mismo, o con la misma incidencia, en la izquierda, que siempre ha ido dividida a las elecciones. Es más, esos escaños que se le han escapado a la derecha han ido, merced al reparto que impone el sistema electoral, en una buena parte al PSOE, por lo que no entiendo como los socialistas, que han perdido 1.443.187 votos y 20 escaños, pueden estar tan contentos. Es decir, tenemos un sistema electoral que tiene muy poco de democrático, que no es proporcional, y donde los votos tienen mas o menos valor según donde uno viva. Sirva de ejemplo que mientras el PSOE con 5.530.693 votos obtiene 90 diputados, Podemos, con 5.189.933 solo saca 69. Pero, aún es mas sangrante lo de IU-UP, que con 923.105 votos solo obtiene 2 diputados mientras que Democracia y Libertad, el nuevo partido de Artur Mas, con 565.501 votos saca 8 escaños. O, para decirlo de otra forma, al PP un diputado le cuesta 58.663 votos y a IU-UP 461.553. Si esto es la democracia que venga Dios y lo vea.

Todas las formaciones políticas están obligadas a hacer un análisis minucioso de lo que ha pasado, algunas tendrán que hacer, además, una profunda autocrítica, porque no se puede echar la culpa de todo al sistema electoral, que es el que hemos tenido en otros comicios, o a los ninguneos de los medios de comunicación.

La expectación se centra ahora en quién va a ser capaz de formar Gobierno y con qué mayoría va a contar. Después de las declaraciones de Pedro Sánchez en la misma noche electoral yo tengo la impresión de que los socialistas van a dejar que Mariano Rajoy forme Gobierno en minoría y, con su abstención, por responsabilidad, van a facilitar su investidura. Se deben descartar opciones como un pentapartito de izquierda, no solo porque sería un conglomerado con ideologías e intereses muy distintos, también porque ahora, después de la fiesta de la campaña electoral, volveremos a la realidad y regresarán los ajustes que nos reclamarán desde Bruselas y votaciones parlamentarias como ir a la guerra en África, asuntos en los que, como en la reforma de la Ley Electoral, el PSOE estará como una piña con el PP, como ha sucedido hasta ahora. En resumen, habrá gran coalición, pero sin admitirlo.