La entrevista celebrada ayer en Barcelona entre el líder del PSOE, Pedro Sánchez, y el presidente catalán, Carles Puigdemont, no arrojó novedad alguna respecto a los planteamientos, ya conocidos, de ninguno de los dos políticos. El primero ofreció al segundo diálogo sobre todo menos sobre un referéndum, y el president mantuvo ante el político socialista que la hoja de ruta independentista no será alterada.

Sánchez se conformó con abrir una "etapa de deshielo", que es la fase en que "afloran las soluciones", y negó haber tratado con Puigdemont un eventual apoyo de Democràcia i Llibertat (DiL) a su investidura, tal como insinuó el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, cuando expresó su temor a que Sánchez pueda negociar "cosas inconfesables" con el presidente catalán.

"Estoy dispuesto a hablar de todo, pero debe ser dentro de los márgenes de la Constitución y la legalidad democrática", recalcó el líder socialista, que se ganó los parabienes de Ciudadanos, partido que valoró que Sánchez "tendiera puentes" dentro de la ley.

De su lado, el mandatario catalán aseguró al secretario general del PSOE que su Gobierno mantiene "absolutamente inalterable" la hoja de ruta hacia la independencia, por lo que no contempla una implicación del soberanismo en la reforma de la Constitución, aunque le agradeció el "diálogo".

Podemos abundó en la necesidad de tender puentes y dijo que la reunión entre Sánchez y Puigdemont es "mucho más útil" que lo que hace C's en el Parlament.